miércoles, 25 de abril de 2007

54. Historias de Ratas - II

(Dicho con lengua de trapo...)

- Tito, ¿por qué por la noche a veces hay luna y a veces hay sol?
- El sol no sale de noche, le asusta la oscuridad.
- Mamá dice que no hay sol de noche, pero yo lo he visto. El sol es un círculo, y la luna está tumbada.

El Tito miró por la ventana en dirección a la luna llena, y entendió.

- Es que la luna va cambiando, no es siempre la misma. Incluso cuando es redonda, sigue siendo la luna.
- ¿Y por qué cambia?
- Bueno, tú y yo también cambiamos. A lo mejor un día nos pasa algo que nos pone tristes, o que nos alegra mucho. Un día alguien puede regalarte algo que te guste, y otro día mamá puede enfadarse contigo y eso no es bueno. La luna también tiene sus días de alegría y sus días de tristeza.
- ¿Y por qué se pone triste la luna?
- Porque desde allá arriba, desde el cielo, lo ve todo. Ve a niños que sufren, a personas que se portan mal y hacen daño a otras personas, ve que hay gente que no tiene casa, ni familia, ni un trabajo... y se pone triste por ellos. Pero poquito a poco se recupera, y la luna vuelve a sonreír.

Su madre me cuenta que el ratón colorao ha tomado la costumbre de buscar a la luna por las noches. Cuando la luna está triste, también lo está él. Pero cuando la luna sonríe, el ratón tiene felices sueños.

martes, 24 de abril de 2007

53. Fuerza


"Convéncete de que no pierdes tiempo cuando aparentemente fracasas.
Atreverse sigue siendo la mejor manera de alcanzar el éxito."

"Antes de arrojarnos al peligro, tenemos que preverlo y temerlo,
pero cuando nos hemos metido en él,
sólo queda una solución para triunfar: despreciarlo."
Tomás Morales - Pensamientos


PD. Hay veces en que sólo uno mismo puede encender su propia mecha.

lunes, 23 de abril de 2007

52. Héroes - III

Su nombre es Maite, y el título de "Mamá Coraje" no le viene en absoluto grande.

Su nombre es David y tiene tres años. Este angelito rubio es especial por muchos motivos: es el motor que tira hacia adelante de su familia y de otros muchos que queremos echar una mano.

Es que este angelito es especial también porque es el único caso conocido en España de una enfermedad llamada disautonomía. Como en España no tiene tratamiento posible, sus papás tienen que llevarlo a EEUU. No hay seguridad de curación, pero sí de hacer para David una vida lo mejor que se pueda, el mayor tiempo posible.

Su mamá fue hace poco a un concurso de televisión, y por lo que vi todos la querían. El concurso en sí no es que tenga mucha mecánica, pero cuando fue su día me emocionó. Contó la historia de David, y poco a poco se ha ido convirtiendo en parte de mí. Me pido, también aquí, ser el "tito Javi".

En el concurso Maite no consiguió la cantidad necesaria para llevar a cabo el tratamiento, y es por esto que se está poniendo en marcha una iniciativa para recaudar fondos. Ya sé que es mucha caradura por mi parte decir esto así, pero este es mi espacio, aquí soy libre... y os pido ayuda.

La iniciativa se llama " ¡¡Muévete por David !!". Podéis encontrar más información si pincháis en el enlace o mediante RECOMENDACIONES >> Foro "Allá Tú". Allí está el número de cuenta por si alguien quisiera ayudar económicamente(*), así como la posibilidad de sugerir iniciativas. Cuantas más manos, mejor.

Tanto Maite como David son héroes que caminan día a día. Me gustaría ayudar para plasmar en sus caras una sonrisa duradera. Se lo merecen.

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(*) Si alguien necesita los datos de la cuenta, puede pedírmelos sin ningún problema y se los enviaré por e-mail. Os agradezco desde YA la ayuda, venga de la forma que sea.

51. ¿Caminas? Te Acompaño

Bett me envió esta imagen que quería compartir. No podía ser de otra forma. Guitarra en mano, retomo un camino en forma de mástil que desemboca en una nueva espiral.

- ¿Caminas? Te Acompaño.
- Yo camino, ¿me acompañas?
Fíate de mí, no hay cacas que pisar.

Man On Guitar - Anónimo

50. Equilibrios

Equilibrios - Javier Clavo

Suele pasar que cuando estoy en compañía y sin parar todo lo veo más fácil, lo malo más lejos, como si hubiese caminado ya un largo trecho desde que caí.

También me suele pasar que cuando el ajetreo se acaba y llega un día en que todo se para, las cosas no son tan fáciles ni he caminado tanto.

Imagino que es todo cuestión de puntos medios, de equilibrios. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta alegría, ni esta tibieza. No estoy tan lejos, ni tan cerca, del penúltimo bajón de mi camino.

Sin embargo ahí estoy, caminando. Moviendo los pies. Seguro que hay cosas que me desestabilizarán, y como soy un poco bobo, lo más probable es que me desestabilicen las cosas pequeñas que a veces sólo tienen importancia para mí.

Es uno de los talones de Aquiles de una personalidad imperfecta, en continuo estado de cambio: la mía. Se trata de ir creciendo, de ir encontrando un equilibrio donde más que estar cómodo y seguro sea más yo y las cosas tengan sentido. En definitiva, hay que seguir moviendo los pies.

jueves, 19 de abril de 2007

49. Patochadas Estudiantiles - I

Tengo unas ganas de volver a currar impresionantes. Ya casi se me ha olvidado lo que es dar clase, y a veces olvidar no es bueno. El olvido hace ver las experiencias pasadas como mejor de lo que fueron, pero aun así echo de menos a los alumnos y sus cosas. Las friki-clases de inglés acaban de empezar, y el ranking de patochadas lo encabezan estos ejemplos:

- Traduce: The Spencers haven't got a dishwasher.
Respuesta: No hay queso en la despensa. (NOTA: no hay queso, ni familia Spencer, ni lavaplatos... na de na, esto es la ruina)

- Traduce: battle.
Respuesta: botellín. (NOTA: Thanks God It's Friday! En eso estaría pensando)

- Una alumna, en una redacción, quiso poner algo parecido a "El teléfono móvil lo usa todo el mundo, sobre todo los jóvenes". El problema es que si en español no escribimos bien, en inglés ocurren cosas graciosas como utilizar la palabra 'overcoat' ( = sobretodo, abrigo).

- En el libro de texto había una ilustración con libros para dar el vocabulario de las asignaturas. Un alumno levanta la mano y me pregunta: "Profe, profe, ¿qué asignatura es saaaa... saaaa... saque...?". Atónito, le contra-pregunto: "¿Shakespeare?". "Sí, eso, profe. Que la gente inglesa estudia cosas muy raras".


Dos ejemplos sobre cuestionarios que les pasé como tutor:

- Número de hermanos: 4 - Lugar que ocupas: mi habitación.
- Lecturas favoritas: estipenkin. (NOTA: entre otras cosas, escribió 'It')

===

ANEXO EN LETRA PEQUEÑA: Los profes también soltamos nuestras patochadas, y yo tuve una mundial que me recordaron durante un tiempo. Se me ocurrió decir que en inglés los nombres no tienen sexo... ¡digo género! La respuesta fue una gran carcajada y la broma de: "¿Que los nombres ingleses degeneran porque no tienen sexo?"

martes, 17 de abril de 2007

48. Aventúrate

Aventúrate a dar un paso más cuando no sientas los pies
Ni sepas qué suelo pisas
Porque, de pensarlo, no habrá ni paso, ni pies, ni suelo.
Aventúrate a no ser complaciente hasta perder tu esencia
Porque correrás el peligro de buscarte y no encontrarte.
Aventúrate a decir lo que piensas y a mantenerlo.
Y si no puedes decirlo, que tus acciones hablen por ti.
Aunque la decisión tomada duela pero sepas que es la que debes tomar,
Aventúrate a actuar acorde al sí que das o al no que otorgas.
No preguntes; pregúntate.
No puedes esperar que siempre haya alguien a quien preguntar.

O que siempre haya alguien que sepa la respuesta.
Con quien cuentas es contigo durante todo el camino.
¿Acompañantes? En algunos tramos, pero no puedes anclarte a ellos.
Aventúrate a vivir, y que valga la pena.
Aventúrate a vivir, aunque la vida misma duela.


De Javi, con cariño, para Javi

lunes, 16 de abril de 2007

47. De Otoños y Primaveras


Cuando vivo bajo un chaparrón, me gusta pensar que por cada otoño, por cada invierno, hay una primavera. Las cosas mudan de color, el ambiente cambia su estado de ánimo, y algo parecido nos pasa a las personas.

Yo soy de los que decían que el paso de las estaciones no hacían mella en la personalidad. Sin embargo, cuando llega el cambio de estaciones interno es cuando todo parece trastocarse sin previo aviso.

El otoño llega sin darme cuenta, y estoy seguro de que si no moviese los pies el invierno me congelaría de dentro hacia fuera. Me niego a vivir bajo el chaparrón. No es optimismo; es supervivencia, es ser práctico.

Hoy os traigo una canción de uno de mis favoritos. Es un tipo extraño, y a la vez un mago musical. Es un hombre que ha estado, y creo que sigue estando, metido en el círculo vicioso de las drogas. Esas drogas que le hicieron perder a su novia Marga. Es un personaje al que le cuesta muchísimo componer, y sus discos rara vez tienen más de diez canciones. Se toma muchísimo tiempo para dar un disco por bueno.

Por él también pasan las estaciones. Les ocurre a los creativos, a los magos, a los que tocan el arte con la yema de los dedos. A los que están más cerca de la belleza. ¿Cómo no iba a pasarme a mí? Pero yo, como él, quiero cantar aquello de: "Y por esto vivo el día / día simple, día claro / vivo al menos sin temores, / sin el miedo de gozar. / Cada pueblo, cada puente, / cada cruce me ha enseñado / que con hoy es suficiente / y mañana es demasiado."

viernes, 13 de abril de 2007

46. Toca Festejar

Creo que me puse las zapatillas con el pie cambiado y tampoco es que sea buen bailarín. Para quien quiera bailar, allá va la canción de turno.

Toca festejar:
- Que Paloma sonrió por segunda vez en sólo una mañana.
- Que creo que Bett tocó una nube con la punta de los dedos, subiéndose al árbol más alto del bosque.
- Que los puntos suspensivos que siguen a nombres propios pueden ser nombres propios con mayúscula.
- Que el nudo que entre todos le hemos puesto a la bichóloga en la garganta se va deshaciendo con miel y sonrisas.

- Que mi hermano, discípulo aventajado del Dr. House, cumple años.
- Que tengo mucho que agradecer, y muchos a quien hacerlo. Estáis todos aquí, dentro. Si os saco fuera en forma de palabras, seguro que me dejo a alguno.
- Que me apetece festejar... ¡porque puedo!


Seguro que Ángel, Mik, Víctor, Marcos y Cris no se pierden la fiesta, menudos son ellos. ¿Quién más quiere unirse? Sin derecho de admisión, sin pagar entrada ni consumiciones.

jueves, 12 de abril de 2007

45. Lo Que No Se Ve


Hoy me senté en uno de esos bloques de piedra que rodean la línea de costa, y un momento después un grupo de tres amigos se sentó a mi lado. Una chica y dos chicos. Yo estaba a lo mío, pero no supe volver a ensimismarme una vez que uno de los chicos le dijo al otro algo que éste no quería o no debía escuchar. Quizá fue falta de tacto por parte del uno, quizá hipersensibilidad por parte del otro.

El caso es que decir las cosas tal cual no resulta ser tan buena idea. A veces conviene guardar parte de lo que pensamos o diríamos. Hoy me topé con tres ejemplos de esto: alguien que guarda celosamente para sí algo que seguro repercutirá negativamente de ser hecho público; alguien que piensa como el famoso dicho: "Somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos"; y alguien que no cree que quien calle otorgue, sino que a veces hay que guardar silencio obligado o autoimpuesto.

Cada uno decide qué porcentaje de sí mismo muestra y qué deja bajo la superficie. Cada uno ve sus motivos y actúa. Así, entramos en una dinámica que más o menos controlamos, y que sólo traspasaremos consciente, voluntariamente. Me di cuenta de que narrar abiertamente las peripecias del estado de ánimo no es buena idea, sobre todo cuando el ánimo toca fondo o está muy bajito. Esa parte no la quiero mostrar, se quedará bajo mi epidermis más social. A nadie le gusta ser partícipe obligado de estas cosas, y estar animando constantemente es algo que llega a cansar.

Además, prefiero mover los pies, escalar árboles y sentirme más yo. Aunque ese porcentaje de mí esté ahí, igual que el fuego bajo las cenizas. Igual que la parte oculta del iceberg.

miércoles, 11 de abril de 2007

44. Tuentos para la Luna - IV

Para Bett, por si de los alegres viajeros se le pegan las ganas de volar y subirse al árbol.

"¡Qué historia más extraordinaria! A Sebastian le hubiese gustado dar su opinión. Decir, por ejemplo que, a lo mejor, Rosalía se había marchado por la escalera sin que la viesen. Pero de pronto se acordó de que en la casa de al lado deberían de estar aguardándole hacía ya un buen rato. En consecuencia, sin hacer caso de los ladridos escandalizados de León, corrió a la calle y llamó con todas sus fuerzas a la puerta de la casa de tía Úrsula. Ni el menor ruido de pasos en el pasillo. Seguramente, Oportuna estaría buscándole por las calles de la ciudad. En cuanto a tía Úrsula, probablemente se habría dormido, de pena y de inquietud, en el sillón.
¿Qué hacer? ¿Pasar la noche en la calle con aquella nevada cada vez más intensa? Imposible. Sebastian regresó, pues, a la tienda. En la caja no había nadie. Timoleón, seguramente, había subido al desván a llevarle el paquete de velas a su amo.
"Vamos arriba -pensó Sebastian-, seguro que allí habrá algún rincón donde pasar la noche."
Sin dudarlo, el muchacho subió de cuatro en cuatro la escalera de la trastienda, hasta el último piso de la casa. Llegó a un pequeño descansillo, frente a una puerta que tenía las tablas algo separadas: la puerta del desván, seguramente. Hasta él llegó el sonido de una voz. Sebastian prestó atención. Alguien estaba leyendo en voz alta, lentamente, con una voz grave pero bien articulada:
"Fue hace una semana, el ocho de abril. Exactamente, al día siguiente de la feria de Châteaurenaud, en la que mi pequeña Rosalía había disfrutado tanto. Es la una de la tarde. Subo al desván para decirle a Rosalía que acaba de sonar la campana de la escuela. En el suelo, unas manchas de sol. Pero fuera sopla el viento del Norte; sopla alrededor de la casa como si quisiese derribarla.
"-Vamos, Rosalía, ven deprisa, León está esperándote para llevarte a la escuela.
"No recibo respuesta. El columpio se cuelga de la gruesa viga, aún se balancea; como si mi hijita acabase de dejarlo un momento antes... Pero Rosalía no estaba... Busqué por detrás del viejo armario, detrás de los baúles, por todas partes... Entonces me asomé a la ventanita, la que da al campo. Y miré a lo lejos con mis gemelos. Las praderas, el río, los bosques, todo se veía nítidamente a la luz del sol, como en una postal, con un gran cielo azul frío encima.
"Fue entonces cuando, escrutando el horizonte, vi una cosita roja que revoloteaba por encima de las colinas, arrastrada por el viento. Parecía una muñeca de papel viajando por los aires gracias al paracaídas de su falda hinchada. Poco a poco aquella pequeña silueta se fue perdiendo de vista. Y entonces..."


(Los Alegres Viajeros, de Marcelle Lerme-Walter, pp. 16-17)

43. Instantes

Estoy moviendo los pies mientras me hundo, así seguro que flotaré en cuanto el impulso me lleve hacia arriba.

Antonio decía que lo indeleble se borra con alcohol. Prefiero, en vez de cogerme una chuza monumental, jugar a descubrir los intantes que valen la pena para seguir moviendo los pies.


PostData: Por "intantes" me refiero a los buenos momentos que tienen que venir.
Los pasados no sé si quiero rememorarlos. Hoy no.

42. Morirse no es Morirse

Porque esta muerte no es natural, ni viene de puro viejo. Porque no era ley de vida. Es una muerte más en el camino, pero una muerte muy lenta.

Sin tiro de gracia que dure un segundo. Es más un ahogamiento segundo a segundo, sin segundo final.

Pero no estaré muerto para siempre. Lo peor no es estar muriendo, lo peor es lo que conlleva:

No es lo peor morirse, lo angustioso
es que después no puedes hacer nada,
ni dar cuerda al reloj,
ni despeinarte
ni ordenar los papeles...

- Gloria Fuertes -

41. Cerrado por Derrumbamiento

La luna ya no saldrá para mí, aunque la veré todas las noches desde cualquier balcón del que me asome. No sé si tontarle tuentos va a ser recordar mucho más este hecho que mitigarlo. Pensar que mientras avance el tuento tendré que aprender a olvidar cosas hace del tuento una trampa y no un canto.

El cielo acabó rompiéndose en dos, y lo que Savage Garden más se temía ocurrió: it fell down on me.

Y me pilló tal cual, sin nada en los bolsillos ni en la recámara. Vacío, o vaciado. Sólo un mar me corre por dentro, que a veces fluye sin permiso y sin descanso porque el nudo de la garganta no puede parar ese torrente.

Es por eso que debo pararme, aunque sea en seco. Pararme y ordenar las cosas, "jinsengizar" mi vida, "feng-shuizarla". Así no puedo, no puedo, no puedo. Con ese tacto frío y metálico que quiere acunar mi corazón, no.

En cierto modo tendré que desandar un camino y recoger lo que fui dejando de valor estación a estación. Llegué al final del sendero sólo yo, y ahora sólo yo no tiene sentido. Toca redecorar emociones, hacerme un lifting bucal para que aparezca la sonrisa franca y no fingida, toca descargar ese mar, porque me ahogo. La luna controla las mareas... qué gran verdad.

Quizá, como decía en otro sitio, esta sea otra de las muertes que me esperan en el camino hacia la definitiva. Si los gatos tienen siete vidas, quiero suponer que el ser humano, que es más torpe, tendrá más. Pero cómo duele esta última muerte, cómo me deja sin aire y con una presión que parece que fuese a estallar.

No, las cosas no pasan porque sí. Pero pasan, y pasarán. Aunque deba olvidar y justo eso sea lo que no quiera.

Bett, si sigues los tuentos seguiré poniendo entregas, aunque sea para aprender a olvidar.

A los demás, nos leemos.

martes, 10 de abril de 2007

40. Tuentos para la Luna - III

¡Ayer vino la luna! Me fallaban las palabras y no pude tontarle la parte del tuento que correspondía. ¿Que cómo es posible que hable por los codos y en los momentos importantes me falten las palabras? El resplandor de la luna, que me ciega aunque aparte la mirada de su luz.

"Sebastian afinó el oído. En medio del silencio del almacén oyó un martilleo sordo y acompasado -pom, pom, pom- que venía del piso de arriba.
- La pata de palo del señor Albatros es la que hace ese ruido -dijo el perro Timoleón.
- ¿El señor Albatros tiene una pata de palo? -exclamó Sebastian-. ¿Por qué?
- Porque su verdadera pierna se la comió un tiburón durante una travesía por los mares del sur -respondió el perro con voz lúgubre.
Sebastian lanzó un grito de horror.
- ¿Un tiburón? Entonces, ¿el señor Albatros ha sido marinero?
- ¿Marinero? ... ¡Capitán de altura, señor mío! -rectificó León con gran dignidad-. Ahora comprenderá usted por qué mi amo se pasa la mayor parte del tiempo en el desván. Para un viejo marino, un desván... se parece a un navío.
"Es verdad -pensó Sebastian-. Sobre todo cuando viene un pájaro y se posa en una viga, como si fuese un mástil. Y cuando sopla el viento alrededor de la casa."
- Y durante ese tiempo -prosiguió el perro- ¿quién atiende el almacén? Yo, Timoleón, para servirle... Un ojo en la caja del dinero, el otro en el mostrador. Y ¡mil rayos!, que a nadie se le ocurra engañarle a Timoleón al pagar. Pero... hablo y hablo, y no hago más que hablar... ¿Qué le sirvo, amigo?
- Un kilo de galletas -dijo tímidamente Sebastian.
- Ahora mismo se lo sirvo. Mientras, ¿quiere hacerme un favor? Coja de ahí, de la estantería de arriba, un paquete de velas que tengo que subirle a mi amo. Las va a necesitar esta noche para terminar un capítulo de sus Memorias. Por cierto, es un capítulo muy triste, créame...
La voz de Timoleón se asemejaba ahora más a un ronco ladrido que a una voz humana. Efecto de la emoción, sin duda...
- Porque en ese capítulo -prosiguió- mi amo narra cómo su hija, la pequeña Rosalía, desapareció la semana pasada. Estaba jugando en el desván, esperando la hora de ir a la escuela. Luego, cuando el señor Albatros fue a buscarla, ya no estaba la niña. Era como si Viento-del-Norte, que aquel día soplaba muy fuerte, se hubiese llevado a Rosalía cuando estaba asomada a la ventana del desván..."


(Los Alegres Viajeros, de Marcelle Lerme-Walter, pp. 14-16)

39. Indeleble

I'll be your dream, I'll be your wish, I'll be your fantasy.
I'll be your hope, I'll be your love be everything that you need.
I love you more with every breath truly madly deeply do...




Es una de las canciones que, si vienen en el momento adecuado, bañan el alma en cálidos recuerdos, aunque en su momento fueran dolorosos. Esta canción me trae muchas cosas, y me lleva hacia la mesa tatuada de la Universidad.

Pese a ser hombre de letras, no tenía muy claro lo que significaba "indeleble" cuando Antonio me enseñó el rotulador. Teníamos que hacer unas láminas de acetato para una exposición oral, y con ese rotulador dejaríamos impresa la punta del iceberg que nos ayudaría a no perdernos mientras hablábamos.

Él dijo que el rotulador era indeleble, que lo que escribiera con él no se borraría si no era con alcohol. Por eso tatué nuestros nombres en la mesa de la biblioteca, para que no se borrasen nunca. Tu nombre y el mío.

Recuerdo que hasta te lo dije, y un día me sorprendiste yendo a mi universidad. Dijiste que querías ver la mesa indeleblemente tatuada. Como si sólo me creyeras a medias, hasta que no la viste no paraste.

Al curso siguiente, la mesa desapareció. Me reencontré con ella por casualidad; alguien había visto el ultraje que un desalmado cometió contra ella y la cambiaron de sitio. La mesa ahora mismo está en una de las esquinas, detrás de las estanterías donde los libros se aprietan y no respiran. El pico donde escribí está vuelto hacia la pared, para que nadie lo vea. Pero la mesa sigue ahí, con su tatuaje indeleble.

Un tatuaje que, en mí, no se fue ni regándome con alcohol. Aunque la historia haya acabado hace tiempo.

Truly, madly, deeply... I loved you. Indelibly.

domingo, 8 de abril de 2007

38. Tuentos para la Luna - II

La luna tampoco vendrá hoy, pero la pienso igualmente. Y bajito y lento le sigo leyendo el "tuento" justo por donde lo dejamos anoche.

"Fuera, Sebastian, contentísimo por hallarse de nuevo en la nieve, decidió, sin embargo, obedecer a Oportuna. Pero justo en el momento en que acababa de subirse a su maleta para alcanzar la aldaba de la puerta de entrada vio, detrás de una cortina de copos de nieve, a dos niñas que salían charlando de la casa vecina. Ambas apretaban contra su pecho una bolsa de papel, llena hasta casi reventar.
- Es simpático León -dijo una de las niñas-. ¡Un kilo de galletas por una perra gorda, no es nada caro!
- ¿Me dais unas cuantas? -gritó Sebastian desde lo alto de su atalaya.
Un poco asustadas, las chicas se marcharon. Pero antes de dar la vuelta a la esquina de la calle, la más atrevida se volvió hacia Sebastia y le sacó la lengua. Luego, gritó con voz burlona:
- ¡Pídele a León, seguro que te da!
Sebastian, que empezaba a notar un vació en el estómago, corrió hacia la puertecita de cristales por la que las niñas acababan de salir. Con un gesto decidido la empujó, poniendo en marcha un alegre repique de campanillas que no acababa nunca... Se encontró en una tienda de techo bajo, alumbrada débilmente por una grandota y panzuda lámpara de petróleo que había sobre el mostrador.
- ¿Qué desea, hijo mío? -dijo una voz amable-. ¿Caramelos para usted o mantequilla para su madre?
La voz venía de detrás de la caja, sumergida en la penumbra. Un personaje chiquitín estaba allí, sentado en un taburete. Estaba muy tieso, le brillaban los ojos, y sus orejas de pelo ensortijado le caían blandamente por las mejillas.
- Aunque, por lo que veo, señor, usted no es de aquí. En ese caso, permítame que me presente: Yo soy Timoleón -León para los amigos- cajero del señor Albatros.
- Y yo, Sebastian, sobrino de la señorita Úrsula -balbució el chico, con los ojos grandes como platos, por la sorpresa.
Porque... sí, señor, no había la menor duda. León era un perro. ¡Un perro... cajero! Sebastian reprimió unas ganas horribles que le vinieron de echarse a reír. Timoleón se dio cuenta de ello.
- Ríase cuanto guste, hijo mío. Aunque sin el pobre León, ¿quién se iba a ocupar de la tienda?
- Pues... ¡pues el señor Albatros, el tendero! -respondió Sebastian.
Ante tal ingenuidad, el perro dirigió al techo una desconsolada mirada.
- ¿Pero es que usted no está al corriente? Sepa, joven forastero, que el señor Albatros es tendero contra su voluntad. Por amor filial, eso es. Porque desde hace cien años esta tienda ha estado llevada por un Albatros. Además, aparte de eso, hay otra razón. Escuche, escuche..."


(Los Alegres Viajeros, de Marcelle Lerme-Walter - Barco de Vapor, pp.11-12)

37. A Gritos

Los primeros rayos de sol se escapaban del cielo a escondidas.

Es el último día para muchos que han venido buscando esos mismos rayos durante los pasados días.

La playa y las calles están desiertas; aprovecho mi insomnio y los ecos de la soledad para gritar bien alto dos palabras que bien podrían romper el mismo muro del cielo en dos.

Grité una vez; fueron dos palabras. El eco, en vez de devolverme rítmicas y dulces repeticiones, me regalaba bofetadas cada vez más lejanas, pero bofetadas a fin de cuentas.

Cada vez más lejanas, cada vez más débiles. Pero yo grité fuerte, y seguro que hubo quien lo oyó.

Juro que las grité, y juro que eran dos. Dos palabras que alguien escuchó.

Pero tú seguías durmiendo.


El Sueño de Gala (Sueño del Paraíso) - Salvador Dalí

sábado, 7 de abril de 2007

36. Tuentos para la Luna - I

Ya es de noche, pero parece que la luna no saldrá para mí. La busqué, y me dejó compartir un rato con ella, pero se fue y creo que no aparecerá más hoy. Para que tenga una noche feliz y tranquila, le traigo un cuento. El mismo cuento que empecé a leerle ayer.

"Sebastian era un niño delgado, ágil. Tenía el pelo negro, ensortijado con ricitos menudos, y unos ojos claros en medio de un rostro moreno como el de un gitano. Dos detalles de su fisonomía llamaron especialmente la atención de la criada: en primer lugar el brillo insolente que había en la mirada de Sebastian; luego, sus grandes orejas, tan separadas de la cabeza que parecía que iban a empezar a batir como unas alas a la primera corriente de aire que se levantase.
- Bueno, Oportuna, ¿qué piensas de todo esto? -dijo la señorita Úrsula un poco inquieta.
- ¡Que es un salvaje! -sentenció la criada con voz severa-. Yo que usted, le mandaría salir in-me-dia-ta-men-te por la ventana. Y luego, que entre por la puerta como todo el mundo.
- ¿Con la maleta y todo, señora? -preguntó cortésmente Sebastian.
- Con la maleta y todo, señor.
- ¡Hale, pásemela, por favor!
Y de un brinco igual al de la llegada, Sebastian se encontró de nuevo en la calle, iluminada por la nieve. Agarró la maleta que le tendían y la ventana volvió a cerrarse tras él.
La escena fue tan rápida, que la señorita Úrsula tuvo justo el tiempo de gritar:
- ¡Sebastian, quédate aquí, era una broma!
¡Ya, ya...! Igual que retener a un pájaro cuando le han abierto la puerta de la jaula...
Tía Úrsula encontró de repente el saloncito muy triste. Y detrás de la ventana, herméticamente cerrada esta vez, la voz del viento del invierno se había hecho lejana... "Adiós, adiós -murmuraba-. Me llevo a este niño ya que ustedes no lo quieren".
- Has sido demasiado severa, Oportuna, -dijo entonces la señorita Úrsula hecha polvo-. Un niño llevado por su padre, desde que nació, de aquí para allá por todos los países del mundo... y que ha viajado sólo desde la Martinica hasta Saint-Isidore... Si su madre viviese, ¿crees que habría consentido todo eso?
Pero la criada Oportuna no reaccionaba al discurso de su señora más que lo hubiese hecho un adoquín. Con el oído alerta estaba esperando un ruido que no llegaba: el de la aldaba de la puerta de la calle. Ya tenía Sebastian que haber levantado la manilla de bronce y haberla dejado caer para pedir que le abriesen. Sin embargo, nada de nada... Silencio. Un silencio solemne en el que se oía a las llamas de la chimenea contarle, riendo, sus locas aventuras al reloj de pared, ese aburrido señor que en toda su vida no había dicho otra cosa sino: tic tac, tic tac, tic tac...
"¡Dios mío! -pensó tía Úrsula-. No vaya a haberse vuelto mi sobrino a la Martinica... Ni, con lo testarudo que parece ser, vaya a ocurrírsele dormir en el exterior..."
Tampoco Oportuna -os lo aseguro- se sentía demasiado satisfecha.

(Los Alegres Viajeros, de Marcelle Lerme-Walter - Barco de Vapor, pp.10-12)

35. El "Chunami"

Es un fenómeno de la naturaleza, que hace temblar cosas en cuanto posa su mano encima. Es el terror de los bares, terrazas y sucedáneos.

Es un gran tipo que, sabiéndose patoso como el que escribe, no duda en poner las dos manos al servicio de lo que haga falta. Estoy tentado de dejar a su discreción la limpieza del cuarto de baño. La casa, cuando llegué, tenía una densa epidermis de asquerosidad incrustada por todas partes, y poco a poco hay que hacerla desaparecer. Quizá si el "Chunami" me echa una mano, o dos, y se marca un baile tipo diablo de Tasmania, las

paredes quedarán como los chorros del oro.

Le llaman "Chunami" porque donde va, triunfa. O eso dice él. Dice que los líquidos deberían tener todos la etiqueta de "Mantener fuera del alcance de los niños y los patosos", porque rara es la vez que alguien no sale mojado en su presencia. No sé cómo lo hace. Mira que yo soy patoso, pero él es un maestro.

Su madre se toma el apelativo con orgullo. Total, el "Chunami" ese de los coches ganó muchas veces. Sí, el que no se llevaba bien con Fernando Alonso y que iba de rojo.

Espero que nadie la saque de su error, porque el "Chunami" es mejor tío y juega más limpio que el "Kaiser". El primero que se lo toma con humor es él mismo, que dice que menos mal que no le han dejado ser costalero en una procesión, por el bien de la figura que portan. Saldrían todas las fotos movidas.

Ahora que lo pienso, dijo que hoy se pasaría por aquí. Tengo que ir a comprar algo de beber. Patoso frente a patoso, amigo junto a amigo.

34. Al Verrés

Guarnición Musical


Creo que hoy va a ser un día de esos que se viven al revés. Comenzó leyendo un "tuento", siguió dormitando, y ahora, cuando no son ni las diez de la mañana, vuelvo de un breve paseo por la ciudad bañada de turistas que vienen a secuestrar los primeros rayos de sol importantes del año.

Los de aquí les dejan. Total, el lunes la ciudad será libre.

Supongo que estoy un poco trastocado y mi día viene sufriendo los efectos secundarios. Esto de vivir sin horarios y no tener otra que habituarme es un sueño para muchos, pero empieza a alejarme de la vida que me gustaría vivir. No está mal tener horarios, a veces sirven para encauzar las cosas, pensamientos y actitudes.

Objetivos, procedimientos y actitudes. Así se dividen las unidades didácticas que explicamos los profes en clase. Es un reflejo de la vida; el horario es un procedimiento más para no perder los objetivos de vista y controlar nuestra actitud.

Aunque hoy no controlo nada. Intuyo que el día empezará a tomar forma allá por la tarde. Intentaré ponerme las pilas para que la cara de fundido no se note mucho. Actitud, actitud, actitud.

La culpa es del sol, estoy seguro. El sol me tapa la luna, y el espacio no es lo mismo. No pierdo la fe en volverte a ver a la noche, cuando el día acaba para unos y lo bonito empieza para mí. No perderé la fe en que aparecerás para que mi día vuelva a tener pies y cabeza. Objetivo, procedimiento y actitud.

Más que nada, porque parece que estuviera perdido cuando no sales cada noche.