domingo, 11 de noviembre de 2012

131. It's been a while!

A wild while...

Hoy es uno de esos días en que se me ofrece bucear un momento por el mundo virtual. Una conversación por whatsapp que me hace recordar cosas guardadas en el cajón spam de la memoria. Pinchazos en links de los que antaño bebí y hoy sólo guardan rastro en mi cajón de-sastre. Como llamadas insistentes a un número equivocado.

No vi cerca mi vuelta al mundo-blog. Esto tampoco es una vuelta, sobre todo porque ahora lo más posible sea que estemos a solas mis pensamientos y yo. Y quien me conoce sabe que no es bueno mis pensamientos y yo pasemos largas temporadas en mutua compañía. Aunque con el tiempo hemos aprendido a sobrellevarnos, respetarnos y hasta a tenernos cierta simpatía.

Sí, acá ando de visita. De momento, nada más. De vuelta en el hogar de los acordes, punteos y desconciertos. Con la casa vacía y sedienta de aseo, pintura y aire limpio, pero casa a fin de cuentas. 

Welcome home, guitarrero.

domingo, 11 de mayo de 2008

130. Epílogo

Que mis últimas palabras en este rincón sean relacionadas con la entrada anterior.

Te perdono. Sólo quería que lo supieses, y que fuesen mis últimas palabras aquí. Te perdono por el pasado, por el presente, y por lo que pueda venir en el futuro. Por mi parte, termino aquí.


Este Guitarrero ya no tocará ante el público que quiera leerle en esta casa, pero seguirá haciéndolo en compañía, en cada uno de los rincones que he conocido por el camino.

Ha sido una aventura genial. Muchas gracias.

miércoles, 7 de mayo de 2008

129. Ideario Plagiado - IV

Un texto profundo y otro más profano con un vínculo común: el perdón.


"El acto supremo de la sanación es el ejercicio del perdón. También es el más difícil. Una ley inmutable afirma que en la medida en que perdonemos, seremos perdonados. Por consiguiente, el perdón es un acto de bondad hacia nosotros mismos. Aunque puede ser beneficioso para la otra persona, se dirige en definitiva a nosotros mismos.

Las personas se lastiman cuando experimentan dolor. Si mantiene odio hacia la persona que le ha hecho daño, su resentimiento le mantendrá atado a esa persona. Pero si transforma su odio en amor, ambos serán libres. Ésta es la razón por la que los grandes maestros han aconsejado siempre que amemos a nuestros enemigos.

Tómese unos instantes y ponga en su pantalla mental a alguien hacia quien sienta resentimiento. Dígale: "Te perdono. Perdono cualquier cosa que me hayas hecho en el pasado que me haya causado dolor, ya sea intencionadamente o sin querer hacerlo, con tus acciones, con tus palabras o con tus pensamientos. Sea cual sea el modo en que me hayas hecho sufrir, te perdono."

Permita que esa persona sea tocada por su perdón. Por un instante, aléjese del pasado y deje que sus corazones se unan en compasión y misericordia. Cuando haya terminado, diga adiós y libérese.

Todo perdón comienza con el perdón a uno mismo. Emplee este ejercicio para perdonarse por todo el daño que haya podido hacerse a usted mismo o a los demás. Mire a su corazón. Sea compasivo con usted mismo. Permítase ser perdonado. Permítase ser sanado."

(Palabras que Curan - Douglas Bloch)






"En la vida sólo hay algo seguro, aparte de la muerte y los impuestos: por mucho que te esfuerces, por buenas que sean tus intenciones, cometerás errores. Harás daño. Te lo harán a ti. Y si quieres recuperarte, sólo puedes decir una cosa: Te Perdono.

Perdonar y olvidar; es lo que dicen. Es un buen consejo, pero no es muy práctico. Cuando alguien nos hiere, deseamos herirle. Cuando alguien nos trata mal, queremos tener razón. Sin perdón, las cuentas pendientes no se saldan, las viejas heridas no cicatrizan. Lo máximo que podemos esperar es que algún día tengamos la suerte de olvidar."

(Anatomía de Grey)

sábado, 3 de mayo de 2008

128. A mis Sueños les Falta tu Nombre


- De hoy no pasa. Reviento si no se lo digo.

Llevaba repitiéndose esto mismo día sí y día también, con la mirada fija en la entrada de la cafetería. Hoy, como otro hoy cualquiera ya pasado, también era el día.

Varias veces le pareció escuchar la música que acompaña a esa risa tan conocida para él, y que tanto significaba. Los sábados ni ella ni su risa solían fallar al café de la tarde. Hoy era sábado. De hoy no pasaba.

Cada vez que alguien entraba, él dejaba lo que estaba haciendo y miraba rápidamente al nuevo cliente, esperando que fuese ella. Miró su reloj; todavía no era la hora. ¡Qué lentos pasan los segundos cuando el corazón está dominado por el ansia de la espera! Y qué rápido se le pasaba el tiempo cada vez que ella y sus amigas pasaban parte de la tarde del sábados allí mismo, delante de él, a veces cara a cara. Lástima que los ojos de ella pareciesen no darse cuenta.

Lo inevitable ocurrió también este sábado, calmando su síndrome de abstinencia. Él quería empaparse de su imagen, de sus ojos cerrados al reír, de su cabeza ladeada al escuchar, de la forma en que la cuchara iba a parar a su boca en un gesto automático, mientras ella estaba absorta en la conversación. Él necesitaba ese material para sus sueños porque, sin saber cómo, ella había aparecido en ellos y ya era tarde para dejarla ir.

Hoy tenía que ser el día. No podía volver a pasar que ella se fuese y todo quedase igual. Garabateó unas palabras en una servilleta de papel, reunió el valor suficiente para acercarse a su mesa, y la dejó junto con la cuenta justo delante de ella.



"A mis sueños les falta tu nombre"


Hoy él necesitaba saber su nombre. Ya que los sábados él no existía para ella, al menos cada noche, en sus citas clandestinas, él podría llamarla a gritos antes de despertar. Así podría arrancarle la promesa de que en el dominio íntimo de los sueños, él era el único, y ni ella ni su risa volverían a irse a la espera de otro sábado.


jueves, 24 de abril de 2008

127. Memeando Ando


Illyakin, o Pepita (creo que Grano no le gustaría) me ha mandado deberes. Tengo que decir ocho cosas que me gustaría hacer antes de morirme. ¡Anda, ocho! ¡Mi número! A ver si consigo no ser ni dramático ni pasodetodo:


1. Me gustaría cruzar contigo un paso de cebra, de esos larguísimos y con un semáforo perenmente intermitente. Si el camino nos lleva al mirador que me contaste, mejor.

2. Si el camino lleva a Australia, tampoco pasaría nada. Europa del Este tampoco estaría mal.


3. Ojalá perdiese el miedo a todo animal viviente, de dos o más patas.

4. ¡Tocar el saxofón! Dicen que es el instrumento más erótico del mundo. ¿La gente lo toca o qué hace con él?


5. Que alguien me llame "Papá", aunque luego me pida la paga o me enseñe los cates.

6. Me gustaría ponerme la ropa que tengo aparcada en el armario a la espera de engordar. Estoy en plena "Operación Armario Empotrao".


7. Tener la certeza de que os volveré a ver. Que no sea una teoría que alguien inventó, sino que sea posible de verdad.

8. Tener la fuerza de remediar males pasados, y la suerte de no repetirlos.



¿Pensábais que os iríais de rositas? No, no, aquí están las ocho personas tremendamente afortunadas a las que envío la patata caliente:

-
MariBeta, la bicheta.
-
Diva Bichóloga.
-
Mi Aráculo personal.
-
Aunkeleduela.
-
Marchiana.
-
La tita de Carlitos.
-
El tito Miguel de London.
-
Lolyña.

Isabel y Ana, entre otros, se han salvado por los pelos. A la próxima, caeréis...