viernes, 25 de enero de 2008

113. Rebajas


Algo así tendrían que poner en la tele. Es un mensaje claro, conciso, con una única interpretación: ¡que no cunda el pánico! ¿No hay tres consejos en los anuncios de productos farmacéuticos? Pues para las rebajas, lo mismo.

El fenómeno de las rebajas es diferente dependiendo del lugar. Si estando por aquí me basta tener un hueco libre para ir a las rebajas, en Madrid se necesita un boquete de tiempo libre. Las mismas diferencias ocurren en cuanto a distancia y cantidad de personas. Sin embargo, hay una cosa en la que casi todas las rebajas de casi todos los lugares coinciden: el tipo de "fauna de las rebajas", que parece dormitar durante el año y sólo despierta en estas fechas tan especiales. Como los osos cuando hibernan, pero con tarjeta de crédito.

El caso es que el otro día me fui de rebajas, y fue como estar dentro de un videojuego en el que los enemigos pueden salir de los sitios más insospechados. La señora que aparece de repente con el carro de la compra, supuestamente del hipermercado de la planta baja, y se mete en una tienda de moda para hombre. El carrito del niño que aparece igual de repentinamente, acelera, para brutalmente justo delante de ti, haciéndote colisionar con el conductor del carrito y pidiendo disculpas por no haber visto a tiempo el ¿intermitente? El niño que sale corriendo a esconderse, y tras él una voz amenazante: "X, ¡te vi a ponél culo común tomate!", haciendo competencia a los decibelios desparramados a través del hilo musical del centro comercial. Aquel vecino de la zona que se cobija al calor de la calefacción del edificio para pasear a su perro, ocupando ambos dos todo el pasillo en diagonal. Una persona que se acerca a las escaleras mecánicas y mira arriba y abajo con cara de asustado. No es un suicida, simplemente está perdido. Lo vi en la segunda planta hará un rato, y de ese tiempo a esta parte aún no se ha tirado barandilla abajo. Una pareja que discute hasta que alguien les pregunta cuál es la entrada al hipermercado, y entre los dos intentan ponerse de acuerdo para dar la mejor de las indicaciones. Ese señor que hace un esfuerzo para cambiar su estilo y para ello elige la misma prenda con distintos colores. Las dos hermanas que van con la madre y se pican la una con la otra cuando una prenda ceñida le queda bien sólo a una de las dos...

De toda la fauna, me quedo con aquél bendito de la tienda con los probadores 2x1, es decir, que no están separados por género. Estoy probándome alguna que otra cosa, cuando de repente aparece una mano por encima de mi puerta, colgando suavemente un bikini, y con la voz igual de suave me dice: "Cari, esta es una talla más, como decías". Me dieron ganas de decirle, con la misma suavidad: "Gracias cielo, eres un encanto pero soy una tabla y no lleno la parte de arriba". De todos modos creo que captó la indirecta cuando me vio salir del probador.

Al final salí de las rebajas con alguna prenda que me gustó, y con la sensación de haber estado por un momento dentro de un "Gran Hermano capitalista". Entre las cosas buenas aprendí que aunque haya prendas que no estén debidamente etiquetadas con el nuevo precio, igualmente se rebajan. Fue un alegrón, casi le doy un beso a la cajera. Si en su camiseta no llega a poner aquello de "I'm not your bitch", quizá.

Quizá vuelva a rebajas, quizá no. Lo que sí que entiendo ahora es el agotamiento de las "fashion victims", el gesto de quien lo mira todo con la boca abierta o el nerviosismo ante tanta gente y cosas por ver y escoger. Como un monologuista dijo una vez sobre IKEA, la mejor forma de ir y disfrutar es ir fumao. O, en su defecto, porque se necesite. I don't wanna be a fashion bitch!

martes, 15 de enero de 2008

112. La Nueva Sexualidad


Esto es una chica que invita a un grupo de amigos a cenar en su recién estrenada casa. Tras la cena -estupenda, por cierto- llegan las conversaciones interesantes. Ese día no había ganas de jugar ni al Party ni al Tabú, sólo de hablar. A esto que va la chica en cuestión a por el libro que está leyendo en ese momento: "Sexualmente", de Nuria Roca.

No, no es un chiste, no pretende hacer gracia. Es verdad verdadera: la conversación giró en torno al libro, del que mi amiga nos iba leyendo trozos que consideraba "curiosos".

Recordaba haber escuchado algo sobre la "obra", más bien algunas frases que resultaban chocantes, del tipo "La fidelidad es antinatural". Mi amiga decía y repetía que me lo estaba inventando, y en el primer capítulo que nos leyó, ¡zas, aparece la frase en cuestión!

Yo me pregunto si a la autora alguien le habrá enseñado la diferencia entre antinatural y no estar de moda. ¿Quién no ha pensado nunca en tener una vida tranquila al lado de la persona a la que se quiere? ¿Quién no ha querido nunca ser querido y querer a la misma persona con la misma intensidad que en los comienzos, y que no acabase nunca? Si este es un deseo natural en el ser humano, que me expliquen cómo es que la fidelidad ahora es antinatural. Lo que ocurre es que cuesta que las cosas vayan bien siempre, cuesta mantener el listón alto en las relaciones. La fidelidad, como tantas otras cosas, es costosa. Esa es una de las razones por las que no está de moda.


Otra de las ideas de la nueva "cutrediva" es comparar la fidelidad a la Monarquía. Ve ambos conceptos no sólo como arcaicos, sino como innecesarios y además impuestos. ¿Perdóneme? ¿Su pareja le obliga a estar con él? ¿O es usted quien decide estar con él, o con ella? En este punto no entiendo la similitud. En cuanto a ideas arcaicas, todavía queda por probar si lo arcaico siempre es algo equivocado. Creo que en el tema de la fidelidad, no. Y tampoco es algo innecesario. Ser fiel a alguien porque se quiere estar con esa persona es algo que refuerza los vínculos de la pareja, la complicidad y la confianza. Es cierto que hay personas permanecen con sus parejas por miedo o por otras razones, pero no es el tema del que estoy hablando.

La señorita Roca, cómo no, tiene la solución mágica ante el aluvión de divorcios y separaciones que se producen en nuestro país. Piensa que si una pareja es "abierta", se afianzarán valores como la confianza o el respeto, además de que se echará de menos al otro. Digo pareja "abierta" en cualquiera de los sentidos, es decir, que cada uno esté con quien quiera al margen de quien sea su pareja. Creo que esta buena mujer piensa que si hay parejas que duran es porque viven engañados y no saben disfrutar del sexo. Ay mujer, mujer, ¡quizá son más abiertos que tú a la confianza, sin abrir tanto las piernas!

Pensé que sería el único en decir estas cosas a mi amiga, pero a medida que nos iba leyendo párrafos, la risa se hacía más estrepitosa. Si esta es la nueva sexualidad que produce una nueva alegría y una nueva concepción de la libertad, creo que me quedo con lo que conozco. Tengo la manía de dejar gran parte de mí mismo en relaciones que no funcionaron, como para ir de flor en flor. Quiero darme a una persona, sólo a una, y lo mejor que sepa.

Prefiero ser arcaico, no estar de moda y ser fiel. Ser diferente a como soy en este sentido no sólo no me asegura la felicidad, sino que me da papeletas para vivir perennemente insatisfecho.

viernes, 11 de enero de 2008

111. Silencio Agradecido


No estoy solo. Alguien me mira.
Menos mal, a veces no puedo con la vida.
Sé que me miras, y que no me sueltas.

Te llaman ángel de la guarda, conciencia, voz interior,
o incluso nombres más elevados.
A veces tomas la forma de quien camina al lado.

Yo te llamo a voces cuando pienso que no estás,
me asusto si me veo caminando a tientas.
Te pierdo de vista si me encorvo y no levanto la cabeza.
Entiendes mis silencios antes de que yo me dé cuenta.

No estoy solo. Alguien me sonríe y me mira.
Gracias...

viernes, 4 de enero de 2008

110. Femenino Singular


La semana pasada, en un programa de la televisión española, un muy carismático presentador defendía una nueva causa, esta vez lingüística. Se preguntaba por qué existe la palabra "apóstol" y no la palabra "apóstola", aunque él ya sabía la respuesta. Como siempre, la culpa es del machismo y antifeminismo de la Iglesia.

Y digo yo: para la igualdad de género -que no de sexo-, ¿no es mejor utilizar la misma palabra para ambos? ¿O es que el hecho de utilizar la palabra en masculino añadiendo el apéndice '-a' da más importancia a la mujer? Como lingüista, aunque sea en lengua extranjera, prefiero la idea de cambiar el género de las palabras, de masculino a neutro. Me gusta más la idea de compartir un vocablo que la de añadirle una letra. De hecho, ¿quién decidió que la primera vocal fuera el signo de lo femenino? No me digas nada, el machismo y antifeminismo de la Iglesia.

No me imagino a Adán y Eva en el paraíso decidiendo que las cosas que acabaran en '-a' iban a ser propiedad de Eva, y el resto de Adán. Me imagino que compartirían. ¿No se podría hacer lo mismo con el lenguaje? ¿La igualdad depende de una letra? ¿La mujer depende de eso para afianzarse? Compartir es lo que hace a las personas iguales.

Letra A - Antoni Tapies