jueves, 29 de noviembre de 2007

104. Agarrarse o Caer


Supera por poco los cuarenta años, aunque aparenta más. Su cabeza es una nube de algodón donde se cuelan rayos de sol plateados. El maquillaje parece borrar temporalmente las marcas de sus noches sin dormir y de su descanso pendiente. No hay tanta suerte con las marcas en su piel, allá donde aún quedan restos de un acné que debería ser recuerdo de adolescencia, pero que aún le acompaña.

Ha pedido permiso a su jefe para salir antes de trabajar. Viene sin comer, sabe bien que ese tiempo tiene que recuperarlo de alguna forma. Hemos hablado por teléfono alguna vez por cuestiones de trabajo, y nos hemos escrito algún mail por el mismo motivo. Entre líneas o sonidos se puede conocer algo sobre la otra persona, aunque no se hable de ello.

Una vez se me escapó decir que no estaría en la oficina porque tenía clase. Hay que seguir preparando las benditas oposiciones por si algún día la suerte decide ponerse de mi parte. Curiosamente, ella también prepara oposiciones, pero para el ámbito administrativo. Había superado la prueba escrita, y sólo le faltaba el examen oral... en inglés. Por eso habíamos quedado esa tarde.

La conversación salió sola, como si fuésemos dos amigos que hace tiempo que no se ven y se ponen al día. Ella era la que tenía que practicar, y fue la que más habló. Me sorprendió que hablase sobre su vida, sobre aspectos muy íntimos que hicieron que su ojo derecho se pusiese "tonto". Dijo que eran los nervios por hablar en inglés. Hice como que me lo creí, sabiendo que para ella no colaba.

Me contó que oposita porque no le queda más salida. Que se la juega. Lleva trabajando veinte años en una empresa en la que no puede ascender, pero de la que siempre puede ser despedida. Está divorciada, y tiene tres niñas. Su actual pareja era Vicepresidente de un Banco, y fue despedido en un pestañeo. Está separado, y tiene dos niños. Han decidido irse a vivir juntos a la casa de ella. Él sabe que ella ha quedado conmigo, y está esperando en el coche con dos de las niñas.

Ella tiene claro que necesita sacar una de las plazas. Los gastos de la casa, los niños, las niñas, el colegio... todo depende mayormente de ella. Él encontró trabajo en los almacenes de un centro comercial, y no sale de su depresión. Oposita para lo mismo que ella, pero ha tirado la toalla. Se ha rendido, el peso que siente dentro puede con él. Ella es quien intenta sacarle de ese estado haciendo de supermujer, madre y pareja, pero también nota la responsabilidad y el miedo al fracaso.

Quiere a ese hombre que espera en el coche. Sus horarios no les permiten verse más que cuatro o cinco horas a la semana. Él le ha devuelto la confianza en las personas; ella intenta devolverle la ilusión. Intenta darle ejemplo y motivarle agarrándose ella misma a una oposición para la que se está dejando el alma. "Son más de cuarenta años, Javier. ¿Dónde querrán a alguien como él y como yo? Me agarro a esto porque si no mi vida se cae, y la suya conmigo."

Su ojo derecho vuelve a enjuagarse. Son los nervios. Se la juega el lunes, y hemos quedado en que me contaría cómo fue todo. Espero sus noticias. Mucha suerte...

domingo, 25 de noviembre de 2007

103. Tierras de Penumbra

Hacía tiempo que quería ver la película con calma. Hace no mucho la echaron por televisión y me pareció larga y pesada, aunque con un trasfondo y unos diálogos por los que vale la pena verla con atención. Y entre lo mejor, Anthony Hopkins como C.S. Lewis, autor de obras como "Crónicas de Narnia".

Quizá los dos temas principales son la felicidad y el sufrimiento. La una no existe sin el otro, y viceversa. La protagonista (Debra Winger) lo explica en una frase: "El dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora". Él (Anthony Hopkins) lo ve de otro modo: "El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces". El trato es ese: la vida es un proceso cíclico hecho de felicidad y de dolor. Se entrelazan convirtiendo la vida en rosas con espinas. El dolor no resta belleza a la vida ni las espinas a la rosa.

Creo que voy a callarme ya para dejar que los diálogos hablen por sí mismos. Podremos compartirlos o no, pero desde luego es un viaje por lo más íntimo de las personas:


Creemos que nuestros juguetes infantiles nos dan toda la felicidad, y que nuestro cuarto de juegos es el mundo entero. Pero hay algo... algo que nos saca de ese mundo para impulsarnos al mundo de los demás. Y ese algo es el sufrimiento.


Vivimos en tierras de penumbra. El sol siempre brilla en otra parte; más allá de una curva, más allá de la cresta de una colina...


- Ya no quiero estar en ningún otro sitio. Ya no espero que ocurra nada nuevo. Ni tampoco querré seguir hasta la siguiente colina. Estoy aquí; es suficiente.
- Esto es la felicidad para ti, ¿verdad?
- Sí, sí, sí...
- No va a durar mucho, Jack.
- No nos amarguemos el tiempo que aún nos queda por estar juntos.
- ¡Eso no lo amarga! Hace que sea real.


Hablando de sufrimiento y de felicidad que van entrelazados... ¡Bienvenida, Carmen! Cuánto has luchado, y cuánto ha luchado tu madre. Por eso la victoria estará presente en tu nombre. Carmen Victoria, esperemos que la felicidad de ahora sea parte del dolor de antes. Ya tocaba...

lunes, 19 de noviembre de 2007

102. Mayúsculas y Absolutos


- ¡Es que la felicidad absoluta no existe!
- ¿Qué entiendes por felicidad absoluta?
- Pues lo que tú llamas felicidad con mayúsculas.

Ella es de ciencias; yo, de letras. Pensamos en la misma idea, ella en términos científicos y yo en términos lingüísticos, pero nos entendemos igual. Ella no cree que la felicidad absoluta/mayúscula exista, yo opino diferente.

¿Qué es la felicidad absoluta o mayúscula?

En las películas, series y demás historias con final feliz se nos presenta el espejismo de una felicidad sin obstáculos. Al final de los cuentos que acaban bien, los protagonistas "fueron felices y comieron perdices". ¿Después del fin del cuento y del atracón de perdices no tuvieron ninguna dificultad en la vida? ¿El principito no se quedaría sin curro o no se le sublevaría nunca el pueblo? ¿La princesita no se tiraría de los pelos con la hija adolescente hiperpija y problemática? ¿Ambos se llevarían estupendamente con los suegros y con el resto de gente de la corte? ¿No discutirían entre ellos nunca? ¿Sus vidas no tendrían percances imprevisibles? ¿Nunca se pondrían malos?

Normalmente asociamos la felicidad a la ausencia de momentos grises, y además le añadimos los calificativos de "felicidad absoluta" o "felicidad con mayúsculas". Una vez nos hemos chocado con la vida, vemos imposible que ese tipo de felicidad exista. Negamos la existencia de algo absoluto, sobre todo si es bueno y carente de puntos negros. Haciendo esto, quizá sin darnos cuenta, nos construimos una piscina de paredes grises de la cual no salimos. Nadamos dentro de ella por inercia y tenemos la vaga experiencia de que existen los colores brillantes, pero sólo vemos tonos grises. Acabamos convirtiéndonos en fachada, acallando nuestros deseos de algo más por miedo a que sea todo mentira, a que no sea posible, a fracasar. Pero cuando vemos a alguien que rebosa alegría pase lo que pase, el interrogante vuelve.

Creo que el ser humano es, ante todo, imperfecto. La felicidad que dependa de cada uno tiene que ser, por definición, imperfecta. Las personas no somos absolutamente nada, aunque pasamos la vida ansiando la felicidad, la plenitud que nos llene la vida de forma absoluta. Lo queremos hacer solos, y vamos chocándonos con la vida. Una vez llenos de moratones y chichones, los más bajan los brazos y optan por nadar en la piscina de paredes grises. Los que no bajamos los brazos seguimos chocándonos, pero es que yo al menos no podría vivir en esa piscina. Mi vida debe tener un sentido más grande que nadar por inercia.

Para mí, la felicidad es ser consciente de que nuestra tarea es vivir superando los obstáculos y disfrutando los oasis que nos encontramos por el camino. Es importante no perder la ilusión, la esperanza y la fe en que es nuestra tarea, en que nadie la puede hacer por nosotros. Somos únicos, con una tarea única. Seguiremos dándonos chichones, seguiremos encontrándonos vallas y nos seguirán zancadilleando, porque el camino no va a estar exento de dificultad y dolor. Sin embargo, cuando superamos un obstáculo y vamos más allá de donde creímos que podíamos llegar, ¡vale tanto la pena!

El ser humano, para llegar a algo absoluto, necesita algo más que a sí mismo. Quien más y quien menos tiene dentro de sí esa pregunta y ese deseo de encontrar lo que de verdad le llene. Algo que únicamente depende de nosotros mismos no nos llegará a llenar. Los términos absolutos existen, pero tampoco están exentos de dificultad.
Respecto a lo que nos hace falta para llegar a algo absoluto... también es búsqueda, pero existe y está ahí. La vida es lucha y búsqueda, y de verdad que vale la pena.

martes, 13 de noviembre de 2007

101. Un, Dos, Tres, Responda Otra Vez


El membrillo era considerado como el símbolo de la fertilidad en Grecia, donde a las novias se les ofrecía uno de estos frutos el día de su boda, se le conocía como el fruto de Afrodita, diosa del amor.

Y yo me pregunto para qué nuestras queridísimas vecinas nos han regalado a mi compañero de piso y a mí ¡cinco kilos de membrillo! De momento, aprovechando que huelen bien, tenemos los membrillos o "cachomanzanas" divididos en varias bolsas. Las bolsas, a su vez, están colocadas en lugares estratégicos de la casa.

¿Qué se puede hacer con cinco kilos de membrillo?

1. ¡Usarlos como ambientador!


¿Qué harías con cinco kilos de membrillo? Un, dos, tres, responda otra vez...

jueves, 8 de noviembre de 2007

100. El Cabrón del Jefe


Hace unos días me llamó por teléfono mi compañera de trabajo con un notición: ¡Tenemos secretaria! Como no voy a la oficina todos los días, no la conocí hasta esta semana. Mi compañera ya la conocía y, de hecho, ya le había hecho la "prueba de admisión", pero no me dijo los resultados. No me había esperado para hacerle la prueba, y eso no podía ser. Este era mi momento...

Acompañado de mi caja, subo en el ascensor hasta que llego a la planta donde está mi despacho. Decir que tengo un "trabajo" en un "departamento", que tengo una "compañera" y un "despacho"... no es algo que hubiese creído posible hace unos meses. Pues eso, que iba yo tan contento con mi caja llena de documentos para entregar, cuando llego a la mesa donde mi compañera me había dicho que estaba la secretaria.

Intento imitar lo que haría alguien ajeno a la oficina. Me meto en la piel de alguien que viene de otro país con un encargo, una caja que tiene que entregar a alguien. Ni siquiera pensé lo que le iba a decir, salió solo:

- (En inglés) Buenos días. Estoy buscando a "Fulanito de Tal" (nombre inventado). Hemos quedado hoy y tengo que entregarle esta caja.
- (Ella busca en el listado de la empresa y no encuentra ese nombre. Responde en un inglés fluido, sin alterarse) ¿Estaba citado para hoy con "Fulanito de Tal"? ¿Le dijo alguna hora concreta, o departamento al que dirigirse?
- Sí, habíamos quedado hoy. "Fulanito de Tal", porque esta empresa se llama "12345", ¿verdad?
- Sí, usted está en el lugar correcto pero la persona por la que pregunta no está disponible. Quizá si me dijese el departamento con el que uste desea contactar, podría ayudarle. ¿Qué tipo de documentación quiere hacerle llegar, por ejemplo?
- Son traducciones y textos corregidos. "Fulanito de Tal" los necesita hoy para distribuirlos.
- Entonces creo que usted necesita contactar con el departamento de Documentación. En concreto, tiene que contactar con JAVIER. No suele estar en la oficina, pero si no viene hoy, estará aquí mañana. Puede dejarme la documentación y yo se la entregaré. (Imaginaos mi cara)

En este punto, noto que la puerta del despacho está ligeramente abierta y adivino que al otro lado mi compañera está partida de la risa. Estoy seguro de que si no ha escuchado toda la conversación, la escuchó casi toda. Empiezo a sentirme muy mal, menudo estreno que tengo siendo jefe. Con razón hay personas que no deberíamos mandar nunca sobre nadie. Mi compañera sale al rescate.

- ¡Si es "Er Niño de la Caha"! ¿Cómo ha ido el viaje? ¿Todo eso traes? Pues si vieras cómo tienes el despacho... Por cierto, que ella es "Menganita", nuestra 'secre'. ¿Os conocéis ya?

Un buen rato y un café departamental después, "Menganita" no me odia tanto. Yo sigo pareciendo la versión masculina de Heidi, de puro avergonzado. Para que luego me digan que si alma grande, que si persona fuerte, que si... Como jefe recién estrenado, soy un cabrón. Y eso que mi secretaria pasó la prueba con matrícula de honor.



martes, 6 de noviembre de 2007

99. Un Momento Cada Día

Cuanto más conozco a las personas, más las desconozco, menos entiendo. No me cabe en la cabeza que el ser humano sea capaz de tanta belleza y tan buenos sentimientos, y que pese a eso el mundo se ahogue bajo una espesa capa de sufrimiento y dolor. Y mucho menos entiendo que a veces esto sea producido por uno mismo. Tendemos a la felicidad, pero la misma felicidad cansa. El morbo, lo prohibido salen a nuestro encuentro en esas situaciones. Nos hacen confundir el gozo con la felicidad, y sin embargo hay un abismo entre las dos cosas. En buena hora nos aliamos con esas fuerzas que no producen más que frustración y soledad.

Lo tenías todo y encima lo disfrutabas. Tu pareja y tú érais la "pareja 10", nunca se vio esa complicidad en otro lugar. Trece años, y de repente todo se acaba. Como tú dices, por la mierda del alcohol y tu falta de control. No era la primera vez que le engañabas, pero sí fue la primera vez que se lo dijiste. Ya ves, como si eso fuese a aliviar tu pena y su dolor. Lo peor de todo es que ahora te autoengañas diciendo que sólo fue una vez, justo cuando quienes te conocen han unido las piezas y no es así. La relación ideal no lo era tanto.

El grupo de personas que lo sabemos todavía no salimos de nuestro asombro, ni somos capaces de quitarnos de encima el cabreo. No fuiste sincera con nadie, tanta era tu culpa. Ni con él, ni con tus amistades, ni contigo misma. Tenías, según algunos, la vida soñada. Según algunas, un compañero como se han visto pocos. Las pocas veces que pude hablar con él me dieron esa misma impresión. Menudo golpe ha debido darse. Y menudo golpe te has dado tú, ahora que te has dado cuenta. Después de trece años, lo que tenéis en común es un abogado.

Cada uno de los amigos comunes con los que he hablado de esto tiene una teoría diferente. Que si a él lo veías más como a un hermano mayor o un padre, y no como a un novio; que si algo en la pareja no iba bien y el alcohol te servía para desinhibirte; que si estás perdida y no ves con claridad lo que tuviste, lo que ahora tienes, y lo que te espera. Todos están dolidos, y eso que no es su historia.

Fuiste capaz de tantas cosas buenas, de ofrecerme tantos momentos de risas. Tienes esa creatividad que nos hacía disfrutar tanto de los trabajos que teníamos que hacer en la universidad. Siempre tuviste esa forma de ser que ante todo disfrutaba de las cosas nuevas y convertía las experiencias antiguas en rutas sin explorar. ¿Acaso todo eso era mentira? Yo sé que no, como sé que te acuerdas de esos momentos, de esa forma de ser que tanto echas en falta ahora.

Hablamos el otro día. Me duele lo que has hecho, aunque yo no tenga que ver, pero más me duele cómo te estás tratando a ti misma. Así no conseguirás nada más que ahondar en tu vacío y en la falta de sentido. No hundas tus raíces en esa tierra, por mucho que pienses que es la que más te favorece en esta estación. Poco a poco irás quedándote sin aire, y sin la esperanza de que tu situación cambie. Quizá las cosas no se arreglen con él, pero no por eso estás obligada a ser una infeliz el resto de tu vida. Las cosas pueden cambiar.

Es cierto que lo que se nos ocurre a todos es sermonearte, pero creo que ya es tarde para eso. Ya te has hecho suficiente daño. La soledad y la culpa son autodestructivas. Piensa que no es cierto que estés sola, aunque seas la culpable. En estos momentos hay que quererte mucho para que salgas a flote, y quien tiene que empezar a hacerlo eres tú misma. Yo no estoy ahí, pero no me olvido y te querré como mejor pueda. Perdónate, porque a veces ese es el primer obstáculo a salvar. La vida sólo te da la espalda si no la miras de frente.

La noticia me estalló en la cara el domingo, y desde entonces paso un momento al día pensando en ti. Como amigo, pido la fuerza y la luz para saber serlo también en estos momentos. Como creyente, pido al "jefe" y sobre todo a su madre que estés bien, que eso que hay dentro de ti que no funciona bien tenga cura. También pido por él. A vosotros se une mi petición por un ramillete de personas que me importan, cada una con sus dificultades. Hay muchas formas de acompañar; ésta es la mía. Por ellos y para ellos, un momento de cada día.

viernes, 2 de noviembre de 2007

98. Seguimos Siendo Siete

Hoy tengo un día de vuelta al pasado, un collage de momentos de distintos colores, texturas y emociones aparejadas.

Hoy recordé un día que pasamos en el campo todos juntos. Era primavera, al curso le quedaba poco para acabar. Recuerdo que yo guardaba un secreto que no podía contar a nadie por miedo a ganarme una bronca. El caso es que tenía sin hacer las láminas de dibujo que debía entregar al día siguiente. No disfruté tanto de ese día por los nervios. ¿Qué pasaría si no me daba tiempo? Al final se lo conté a mi hermana mayor y nos quedamos por la noche los dos haciéndolas. En aquel momento eso era lo más importante, poder presentar las láminas a tiempo.

Poco a poco crecemos y la cosa se complica, o la complicamos. Creo que ambas cosas, no es cuestión de echarse toda la culpa a uno mismo. Ahora se trata de que cada uno debe pelear por hacerse un hueco en la sociedad, para así comenzar a construir su propia vida. A veces echo de menos los nervios por presentar las láminas de dibujo, ¡parecen tan poca cosa! Ahora el miedo principal es que las cosas no sean como nos las han contado, que todas esas frases bonitas del tipo "La vida es lo que tú quieras que sea" sean mentira, como de hecho lo son. La vida no es solamente lo que tú quieras que sea, sino lo que las personas y las circunstancias quieran que sea, y lo tú mismo puedas hacer con ella.

Ese día de campo no tenía más miedo que aquél. Ahora el miedo es al fracaso, a haber sido engañado. Ese día de campo tenía miedo a lo que mis padres pudieran decirme, a la bronca bien ganada por no haber dado palo al agua. Hoy echo de menos los consejos de aquél que ya vivió algo parecido aunque fuese hace tiempo. Echo de menos esa pantalla que absorbía la mayor parte de los golpes de la vida para que a mí no me dolieran tanto. Echo en falta el espejo donde mirarme, decidiendo qué rasgos me gustan para mí y cuáles no.

Durante estos años aprendí a intuir aquello que debo hacer. Mi vida ha sido en gran parte ir saltando sin ver la red, sin saber lo que iba a pasar. A ratos me cansé de saltar y quise que saltaran otros por mí, cosa que no acabó de ocurrir. A ratos quise saltar yo por otros, pero quizá fue fuera de tiempo. Cuando he tenido que saltar a solas, tomé impulso, cerré los ojos y allá fui. Por eso es que aquí estoy. Os debo la intuición, la reflexión, el buscar aquello que debo hacer aunque me apeteciera hacer otra cosa. Hacer lo que debo para próximamente poder hacer lo que quiera. Primero la obligación; después, la devoción.

Sé que estáis contentos con nosotros, con cómo están las cosas ahora. Sabéis lo que nos ha costado a cada uno porque ahora estáis en un lugar donde podéis mirar dentro de cada corazón, más allá de lo que es visible externamente. Ahora nos conocéis mucho más de lo que nos conocísteis nunca. Ojalá estuviéseis orgullosos y os lo pudiéramos ver en la cara. En los ojos de mamá, en la amplia sonrisa de papá. Lo que sí os pido es que, si en algún momento nos torcemos, nos lo hagáis saber. Mamá sabe cómo hacerlo, se alió con el viento. Sé que no nos dejáis, sé que tendremos que aprender a escucharos sin veros.

Sé que no somos los hombres y mujeres que hubiéseis querido que fuésemos, pero por mi parte espero sorprenderos y superar lo que soñábais que yo fuese. Quiero que sepáis que estoy en el camino y soy feliz. Que no os separáis de mí, que no os olvido, que os echo de menos y os quiero.


PD. Papá, me voy de surf. Sí, eso que ahora haces siempre que quieres.
PD. Mamá, quédate cerca de Lau. Se acuerda mucho de ti estos días.

jueves, 1 de noviembre de 2007

97. Héroes - V

Al margen de las creencias, religiones y corrientes de pensamiento... convertir las malas noticias en momentos de alegría me parece heroico.

Estos dos vídeos recogen la corta pero intensa experiencia de Matt y Ginny, los padres de Eliot Mooney. En una revisión de embarazo, dos meses antes de nacer, vino la mala noticia: Eliot tenía Trisomía 18, un defecto congénito que planteaba muchas dudas en el proceso. Los médicos tenían pocas esperanzas de que pudiese nacer, y al final ocurrió lo que pocos creían posible; una vez nacido, le dieron tres meses de vida, y no se desviaron mucho en sus cálculos. Eliot nació, y vivió noventa y nueve días. Sus padres lo sabían, los familiares también, todos sabían que Eliot no se quedaría con ellos mucho tiempo. Sin embargo, quisieron vivir ese "ratito" de la forma más feliz posible. Lo que importaba era que Eliot estaba con ellos.

Van pasando los días y la sonrisa no desaparece de la cara de los padres. Eliot es su tesoro, aunque el sufrimiento persiste. Eliot, con un pulmón atrofiado y un orificio en su corazón, les da la vida. Podemos escuchar varias veces "We are so proud of you" ("Estamos tan orgullosos de ti") ¿Cuántas veces nos hubiese gustado escucharlo a nosotros? Es tan curioso, tan paradójico que una historia así pueda unir tanto a la familia y amigos, y que a algunos nos deje sin palabras...

Noventa y nueve días. Noventa y nueve globos. Noventa y nueve razones para que la alegría y las ganas de vivir le ganen la partida a la fatalidad. Noventa y nueve días que Eliot y sus padres vivieron a pleno pulmón.



¿No va siendo hora de vivir nuestro día a día de igual forma?


PD. El padre es el narrador y el vídeo no está subtitulado, así que quizá no se entienda lo que dice. Lo visual es importante, se puede seguir la historia sin palabras. Quizá la sensibilidad de alguno se vea amenazada, pero tenía que contarlo.