jueves, 28 de junio de 2007

71. Cinco Minutos de Magia

En una conversación de lo más interesante, comentaba con un amigo que la vida, en la mayoría de los casos, es una sucesión de ciclos anímicos. Rachas, ciclos, momentos de alegría, de paz y de lucha que se repiten sin cesar. Él me preguntó en qué ciclo estaba yo ahora mismo. Le respondí que, bien pensado, mi vida normalmente es una mezcla de ciclos. Y esa reflexión me devolvió a una canción que colgué allá por mayo para dedicarme al paracaidismo vital. Sin embargo, no me caso de escucharla y de aprender de lo que contiene la letra.

No se trata sólo de sacar optimismo de un charco de lágrimas, no se trata de optimismo sin más, sin una razón más allá. Es un optimismo maduro no exento de dolor. Es una mezcla de ciclos que siempre llevan a algún lugar, un lugar que sólo se ve una vez dejamos atrás la espesura. Al igual que a los árboles se les mochan las ramas y pierden las hojas durante el año para aparecer con una nueva belleza más adelante, así las personas dejamos retazos de nosotros mismos ciclo tras ciclo. Se pierde algo a la espera de ganar algo.

Es un proceso de crecimiento un tanto turbio, ya que en el camino nos despegamos de equipaje con el que hemos viajado durante mucho tiempo, aunque pese. Crecer supone hacer acopio de las propias flaquezas para hacerlas desfilar una por una fuera de nuestro círculo vital. Algunas de ellas son hasta simpáticas, otras forman parte de nuestro yo más auténtico pero aun así sobran. Entorpecen el proceso, siendo como los demonios expulsados en la canción.

Cuando sólo los demonios buenos me acompañen en mi caminar, podré disfrutar más plenamente. No todo estará perdido, todavía se puede coger una buena ola. Todavía es posible arañar un momento más de felicidad. Si la paz y la magia fuesen canción, hoy por hoy me bastan estos cinco minutos:

When I counted up my demons
Saw there was one for every day
With the good ones on my shoulders
I drove the other ones away

lunes, 18 de junio de 2007

70. See You!

Uno que yo me sé adelanta sus "vacaciones" de verano.
Hasta la vista...

miércoles, 13 de junio de 2007

69. Memé AquíHayTomate

Esto va de que tengo que contar ocho cosas sobre mí mismo. Tras hacer el casting de defectos y virtudes, a continuación nombraré las ocho Javieradas ganadoras.

Tengo que escribir en este blog las reglas, pero creo que no hay, así que escribo por escribir.

Quiero que estas ocho personas hagan la memé en cuanto tengan un rato libre (*):

>> Osama Bin Laden (http://puesmeenfadoymesuicido.blogspot.com)
>> Aishwarya Rai (
http://javiquierounhijotuyo.blogspot.com)
>> George W. Bush (
http://dondeestanlasarmasmatarile.blogspot.com)
>> Cualquier político español (
http://pacagarynoechargota.blogspot.com)
>> Brad Pitt (
http://quierosercomojavi.blogspot.com)
>> Angelina Jolie (
http://puesnoestariamal.blogspot.com)
>> Jesucristo (
http://osvoyacorreratortas.blogspot.com)
>> Reina Isabel de Inglaterra (
http://godsavemyfamily.blogspot.com)

No sé cuántos de ellos haran la memé esta. Por los estrechos lazos que nos unen, seguramente Aishwarya lo haga. Quizá la Reina también, después del té de las cinco. Pero bueno, allá ellos. Estas son las Javieradas:

1. Soy tremendamente patoso, siempre tengo algún cardenal en las piernas.
2. De no ser profesor, sería periodista. Quizá en el futuro... todo se andará.
3. Mi cabezonería es tan grande que llega hasta EE.UU. y vuelve... cien veces.
4. Ojalá aceptara las bromas e ironías igual que me gusta hacerlas.
5. No acepto las cosas "porque sí". Necesito que tengan sentido para mí.
6. Dicen que pienso demasiado; yo creo que soy extra-reflexivo.
7. No soy tan bueno como dicen, ni tan malo como piensan.
8. Me incomoda hablar de mí en serio, por eso hago bromas.

______________

(*) Próximamente recibiréis un burofax con mi invitación para hacer la memé.

lunes, 11 de junio de 2007

68. Héroes - IV

Impresionante el ejemplo de este redactor del diario "As" de Zaragoza, Javier Hernández.

jueves, 7 de junio de 2007

67. Deformación Profesional

Una posible razón para aprender otros idiomas, además de para darnos curro a unos pocos.

miércoles, 6 de junio de 2007

66. Vuelves A Mí

Con esa llamada que me lleva desde tiempos pasados hasta la realidad.
Con las risas y susurros que aún tienen eco en mi memoria.
Con la marca que mis brazos trazaron indeleble en tu espalda.
Con las confidencias, tus miedos y temores, tus ganas de frenar.
Con los kilómetros, segundos, medidas que se olvidaron de medir.
Con vivencias irrepetibles, repetidas una y otra vez en mi moviola particular.
Con tu persona, tus idas y venidas, tus subidas y bajadas.
Con todo lo que sé de ti y lo que aún desconozco.
Con lo que me gusta, lo que me disgusta, lo que me da miedo de ti.


Con todo eso, cada vez que compartimos un momento, de nuevo vuelves a mí.
El tiempo, en este caso, fue maestro.
No curó, pero sí sanó.
Me enseñó a aceptar que, a veces, aunque vuelvas, te vas.
Como el bañista despistado al que se lleva la marea de las olas.
Al que, aunque las olas le traigan a la arena, cada vez lo alejan más.
Quizá, de nuevo y por todas, sea mejor dejarte ir.

Una mañana la lluvia temprana
sin un abrigo te trae hasta aquí.
No necesito hablar, comprendo tu mirada,
lo que tus ojos me quieren decir.
Ya lo sé, tu eres como el viento
y no te dejas atrapar.

Vuelves a mí cansada,
de tanto andar sin un lugar
Hoy otra vez cuando te miro en mi cama
No quiero dejarte escarpar

Eres tan fuerte que a todo te atreves
Eres tan frágil que te quiero abrazar
No tienes miedo al confesarme lo que sientes
Soy el refugio que te abrigará
Desperté mil noches preguntándome
si amarte no es dejarte ir

Vuelves a mi cansada
de tanto andar sin un lugar
Hoy comprendí que es imposible atraparte,
debo dejarte volar.

(Diego Torres - Vuelves A Mí)

65. Mi Columna de Opinión - I

Mi madre solía llamar a la televisión "la caja tonta" no sólo por la cantidad de tonterías que salían de ella, sino también porque cuanto más caso hacemos a lo que se nos dice por ese medio, más tontos nos volvemos. De momento, tengo contrastadísima la primera parte: ¡la de tonterías que se dicen!

Acabo de apagar el televisor, justo cuando en varios canales, a la vez, se daba la noticia de que el canal 4 de Londres iba a emitir un documental sobre la muerte de Lady Di para "conmemorar" el décimo aniversario de ese suceso. Sobre este hecho había dos opiniones bien diferenciadas: unos respaldaban la emisión, y otros no.

Quienes aplaudían la emisión de ese documental se apoyaban en una supuesta libertad de expresión y el derecho a la información. Los más reacios a mostrar esta información establecían límites en esa libertad y en ese derecho. Esta última opinión es la que más se parece a la mía, aunque este caso sea una simple muestra de algo que está inundando los medios de comunicación.

Si bien es cierto que podemos tener un derecho a la información y una libertad de expresión, se me ocurren algunas preguntas:

- ¿La información a la que tengo derecho es global? Es decir, ¿tengo derecho a saberlo todo? Si esto es así, tengo derecho a saber si la niña guapa del otro día tiene pareja, cuáles son sus medidas (las de ella, claro), su teléfono de contacto y sus planes para este verano, así como un resumen de sus relaciones anteriores y sus planes de futuro.

- ¿Quién decide a qué información tengo derecho? Prefiero ser yo quien decida qué es lo que quiero o necesito saber.

- ¿Toda información supone una mejora en mi vida? Me basta, en este caso, con información sobre mi cuenta corriente, mi estado de salud, la vida de los que más quiero, etc. No creo que para mi vida suponga un cambio enorme el garantizar un supuesto derecho a la información emitiendo un reportaje como el que preparan los inglesitos.

- ¿La libertad de expresión incluye irme a La Moncloa y hacerle un calvo al Gobierno? ¿O a los miembros del tribunal de Oposiciones que me suspendieron?

- ¿Quién establece el marco en el que esa libertad debe darse para no empapelarme?

- ¿Quién establece el marco en el que esa libertad debe darse para ayudarme a crecer como persona?

- ¿El derecho a la información es de la persona receptora de la información, o de quien se gana la vida informando? ¿La libertad de expresión es para el que se expresa, o para el que tiene que aguantar excesos en esa libertad?


Qué bien queda decir esas palabras-comodín: derecho, libertad. Sin embargo, qué mal nos han educado para saber hacer uso de esos derechos y de esas libertades. Es un logro de la democracia el otorgarnos esos dos regalos. Sin embargo, no creo que podramos llamarnos sociedad civilizada mientras no aprendamos a usarlos. Unas veces será por un mal entendido derecho a la información, otras por una libertad que no sabemos bien cómo utilizar.

Entonces, ¿derecho y libertad del todo, o hasta cierto punto?

'Límite' - Santiago Rodríguez del Hoyo

viernes, 1 de junio de 2007

64. La Penúltima Putada - III

(Comienza en la entrada 63)

El 'galán payaso' ha ido a quejarse a la Jefa de Estudios 'Micro Machine', y la buena mujer me llama para hablar con el chaval a solas, con ella delante. Empieza a explicarme que le extraña mucho que ese chico dé problemas ya que, una vez que se le deja tranquilo, aunque no haga nada durante toda la clase, no se mete con nadie. Vamos, que no tira botellas a la cabeza de nadie, ni hace concursos de gapos, ni nada. Es un divino niño.

Explico a la 'Micro Jefa' lo que ha pasado y me pide que me disculpe delante del alumno. El galán ha ido todo cabreado a quejarse de que le he llamado payaso. Una vez matizado que me refería a su comportamiento y que fue él quien me llamó payaso a mí (entre otras lindezas) fue él, le pido disculpas por el 'malentendido'. La 'Micro Jefa' sonríe, se ha quitado un marrón de encima y el niño está contento. Alumno 1 - Profe 0. Lo bueno es que no me van a marcar otro gol porque no estaré; lo malo, que yo tampoco meteré ningún gol. Ni ganas, galán.

Por fin consigo hablar con la Jefa y le explico mi situación. Me pide que termine la jornada de hoy como si estuviese trabajando porque si no, no me firmará la credencial. Esa misma credencial es la que tengo que llevar a la Consejería para hacer efectiva mi toma de posesión y mi posterior baja. Es un chantaje en toda regla. Todavía quedan unas horas para acabar la jornada: una hora de 'Actividades de Estudio', asignatura alternativa a la Religión en la que se trata de que los alumnos pasen la hora de la forma más civilizada posible ya sea jugando a las tres en raya, haciéndose peinados o, los menos, adelantando tareas de clase.

Una niña que se sienta delante no quiere hacer nada y se dedica a contarme un poco su vida. Cinco minutos y ya parecemos íntimos. Me hace partícipe, sin ningún tapujo, del drama de su vida: su madre y ella acaban de mudarse porque su padre intentó matar a su madre. Ahora él está en prisión, pero en unos meses saldrá. Sabe dónde viven, y lo más posible sea que vaya a por su madre. La niña, sin embargo, lo cuenta como si fuese una película. Yo tengo la piel de gallina todavía.

Otra niña empieza a hablarme a gritos, y le hago un gesto de que baje el volumen. Ella responde: "¡Perdona profe, es que estoy sorda y no me oigo!". Efectivamente, lleva en un oído un aparato para mejorar su audición. Su compañera, sin cortarse un pelo, le dice, también a grito pelao: "¡Desi, que no grites, que el profe no está sordo!". Le dijo la sartén al cazo.

Cuando falta cuarto de hora, empiezan a ponerse nerviosos y se levantan del sitio. Me saco de la 'profechistera' un juego de memoria para que participen todos y se pasen rápidamente los minutos que faltan. Cuando el primer alumno queda eliminado, se levanta una chica y le arrea una colleja que ni la mismísima Sole de "Siete Vidas". Y toda chula, le dice: "Galán, pero mira que eres lerdo". Todos se ríen, y el lerdo más alto que todos. Lo que yo diga, les va el sado.

El resto de la mañana transcurre con "normalidad": una chica tiene una razón de peso para no sacar el libro ('es que anoche me fui de concierto a ver al Melendi, profe'); otro se pone a estudiar fotocopias sobre el cuerpo humano para un examen de Educación Física (encuentra la palabra 'escroto' y se parte el pecho de la risa); otro empieza a dar golpes en la mesa y a cantar 'Aceituneros de Jaén', mítica canción de 'Jarcha' (los mismos del 'Libertad Sin Ira'); una niña abre la ventana para pegar un grito a una señora que va andando por la acera de enfrente ('es que he venido con ella en el autobús, profe')... como digo, "normalidad" absoluta.

No me imagino el sufrimiento que llevarán a cuestas los profesores de este sitio durante todo este año. Se dice que hay experiencias que curten al ser humano, pero si por mí fuese, preferiría otro tipo de experiencias. Yo al menos tengo la suerte de que no voy a volver por allí, pero ellos se quedan.

Voy de vuelta a Madrid. Mi hermana vino a buscarme en coche y ha flipado con los conejos y con el paisaje. Después de mucho tiempo, conduzco MI coche. ¡Cuánto te eché de menos, Golfo! Tantas ganas tenía de salir de allí, que ni siquiera al llegar a Madrid me di cuenta del tráfico. La penúltima putada casi había acabado. Sólo quedaba hacer el trámite burocrático: documento va, documento viene.

Mañana por la mañana habrá acabado todo. Mañana por la mañana vuelvo a mi Cádiz. El día de hoy me ha dejado exhausto. Mañana será otro día.

A la vuelta, nos leemos. Buen fin de semana.

63. La Penúltima Putada - II

(Continuación de la entrada anterior)

Superada la primera parte, ahora hay que buscarse la vida para encontrar el instituto. Por fin parece que tengo suerte y encuentro a un par de chicas que muy educadamente me explican cómo se va. Ese tópico de que los hombres no preguntamos es un mito: la necesidad urgente de ir al baño puede más que eso.

Las chicas me cuentan que en su pueblo están de fiestas y que no tienen clase, pero que en este instituto conocen al Jeremi, al Sergio, a la Jenny y a más panda. "Gente mu chunga, profe, ¿sabes dónde te metes?". No me asusto mucho porque eso de 'gente chunga' va por zonas y no significa lo mismo en todos los sitios. De todas formas, voy al instituto para que me firmen un papel y pirarme a la Consejería de nuevo para volver a darme de baja. El paripé, vaya.

Ya dentro del instituto, a quien primero veo es a la Jefa de Estudios. Pequeña y nerviosa, se parece a un coche Micro Machine de esos que no se paran y que estresan con sólo mirarlos. Me lleva a la Sala de Profesores y, sin escuchar ni una palabra de lo que intento decirle, me pone los libros en los brazos y me dice que vaya al aula X porque me estaban esperando y así dejo descansar al profesor de guardia que está con esa clase. Intento explicarle, en vano, que tengo que irme. Ella habla muy rápido y no me entero de mucho, sólo de palabras sueltas: "Brutos... Fachas... Tutor... Veteaclaseyluegohablamos".

Ni me molesto en hacerme entender. Cojo los libros y me subo al aula. Abro la puerta y el profesor de guardia me mira con cara de liberación. Casi que da gracias al cielo. No es para menos: un chaval tiene medio cuerpo sacado por la ventana y juega con otro compañero a ver quién tira el gapo más lejos; otro está levantado, haciendo dibujos manga en la pizarra; las niñas están haciéndose tatuajes con el compás ("es que somos amigas de sangre, profe")... y así podría seguir. ¡Ay Javierín, Javierín, qué será de ti!

Intento explicarme, pero no he dicho más que mi nombre y ya me interrumpen para hacer preguntas que supondrían un gran cambio en sus vidas: "profe, ¿tú sabes inglés?", "¿hay que sacar los libros?", "¿que vas a dar clase?"... para terminar con un: "Joooder galán". Porque allí, en vez de decir 'chaval / tío / macho' o similar, dicen 'galán'. Lo aprendo rápido, y a los cinco minutos ya hablo su idioma: "¡Cállense, galanes!"

Sí, les hablo de usted. A estos, sí. Ya he leído por encima las anotaciones de la profesora a la que sustituyo, y veo que hay un chaval que jamás saca el material en clase. Es imposible conseguir que haga algo y todo el mundo le da por imposible. Supuestamente, él no da la brasa y no molesta. Es como un pacto de no agresión entre él y el profesorado. Sin embargo, tarda poco en empezar a tirar bolas de papel a los compañeros y a gritar como un loco. Paro en seco la explicación y le digo con el gesto muy serio: "¿Quiere usted dejar de comportarse como un... ? ¿Quiere usted dejar de comportarse ASÍ?". El chaval se levanta y se pone en jarras para preguntarme: "¿Como qué, eh? ¿Que no me comporte como qué?". Mi respuesta: "Como un payaso". La suya: "¡Anda, payaso tú! ¡Mira el galán lo que dice!". Opto por mandarle callar y continuar la clase, pero el chaval sigue increpándome a media voz. Pasa un rato, y ya le ha caído el primer castigo por mi parte: se queda sin recreo.

Tanto si en ese recreo estoy yo como si está otro profesor, al menos el chaval parece callarse, aunque más tarde sabré que su venganza no tardará en llegar. Mi atención ya estaba centrada en otro 'fenómeno' de la clase, que se ha levantado y ha tirado una botella de agua (con agua) a la cabeza de otro chaval. Lejos de levantarse el otro y liarse a tortas, el agredido empieza a partirse el culo de la risa y llamar al agresor 'crack': "¡Galán, que me hago pis contigo!". Desde ese momento, ese alumno ha pasado a ser el 'alumno sadomasoquista'. El agresor, a mi petición, se ha levantado y ha recogido la botella de agua a su manera: como si fuese el mismo Ronaldinho, intenta subir la botella hacia su mano a base de patadas.

Al rato, toca la campana. Evidentemente, no he podido dar nada de materia. Ni siquiera he podido enterarme de por dónde van. En realidad, ni siquiera he podido pasar lista.

Cuando salgo de clase, me las prometo felices. ¡Ay Javierín, Javierín, pedazotrozocacho de iluso!

62. La Penúltima Putada - I

Volvió a pasar, volví a oír la frase mágica que hace que mis planes y mi modo de vida cambien sin previo aviso. Pensé que estaba todo solucionado, que en el trabajo no había ningún problema y que todo estaba en orden, pero no. Como siempre, una llamada rápida me alertó de lo que estaba pasando. De nuevo, la frase mágica: "Preséntese en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid que se le diga; tome posesión de una nueva plaza como profesor sustituto; en caso de que no lo haga, decaerá de las listas".

Decaer de las listas significa no trabajar de profesor hasta las siguientes oposiciones, siempre y cuando haya aprobado todos los exámenes. Significa irme derecho al paro por no personarme cuando soy llamado a sustituir en un instituto. Es el procedimiento normal y completamente aceptable, pero mi caso no es normal. Llevo ya un tiempo de baja, y es bien sabido que estando de baja no se trabaja. Por más que sea ilegal, inmoral, y todo lo que se quiera, no es la primera vez que ocurre.

La aventura comenzó anteayer, cuando me enteré a ciencia cierta de todo lo que pasaba. Tenía que ir de "excursión" a Madrid para tomar posesión de una suplencia a la que justo después renunciaría. Sí, un paripé, pero gracias a ese paripé mantengo mi puesto en los listados y pueden volver a llamarme cuando esté dado de alta. Ahora mismo, ese paripé me permite cobrar un sueldo. No pude solucionar el problema por teléfono, así que tuve que ir a Sevilla por si en el Organismo de Educación de allí podían echarme un cable.

¡Ay, Javierín, Javierín! ¡Pero qué iluso! No sólo no solucioné nada allí, sino que por obligación debía ir a Madrid, desde donde escribo. Hace un rato me han preguntado si no he echado de menos mi tierra, y no supe bien qué contestar. He estado de acá para allá todo el tiempo como para darme cuenta de que estoy de nuevo en mi tierra. Creo que he hecho más kilómetros que Fernando Alonso en el anterior Gran Premio, o así así. Ha pasado casi de todo, así que mejor resumo. Tomen asiento y un bol de palomitas.

Esta mañana voy a la Delegación de Educación que me ha "tocado", y la funcionaria que me dijo el destino que me "tocaba" casi que me pide perdón. Nótese por las comillas que esto de la asignación de destino es una lotería. El caso es que la localidad a la que he tenido que ir estaba a tomar viento, o mejor dicho, a tomar muuuchos vientos. Dos horitas de viaje desde casa, y seguía siendo la Comunidad de Madrid. Como digo, la funcionaria casi que me pide perdón. La pobre mujer me miraba con una carita como compadeciéndose de mi buena suerte. Busqué en un mapa dónde estaba ese sitio, y la buena mujer me susurraba: "Busque más abajo, un poco más abajo... más abajo". Esas palabras, susurradas en otro contexto, me harían ilusión. En este caso, mi cara era de pánico. ¡Tan abajo que casi me meto en Toledo y salgo de Madrid!

Después de preguntar acá y allá cómo llego al instituto, consigo dar con el autobús que lleva al pueblo. Porque no me engaño, es un pueblo. Y el autobús parecía una de esas antigüallas en las que se montan las mujeres de Villarriba para ligarse a los hombretones de Villabajo. El trayecto comenzaba con una buena carretera que a los pocos kilómetros desapareció, dejando paso a una carretera de dos carriles estrechísimos, de un solo sentido. Había curvas de visibilidad nula, de esas que hace que todos ladeemos la cabeza y cantemos mentalmente aquello de: "En el coche de papá /nos iremos a estrellar".

En una de esas curvas, casi nos damos de morros contra un camión que venia de frente. O cabía el camión o cabía el autobús. El conductor tuvo que pararse en seco, dar marcha atrás unos cuantos metros y esperar a que pudiese pasar el camión, con las ruedas mitad en la carretera, mitad en el "prao". Mientras ambos conductores hacían esa maniobra, vi conejos en el campo. ¡Conejos! Sí, ya me iba haciendo a la idea de que iba a acabar en un pueblo de estos por los que no pasa el tiempo.

Justo antes de llegar al final del trayecto, una plaga de chinches invade el cuerpo del conductor, que pisa el acelerador y se cree por un momento el rey de la carretera bacheada. Una furgoneta que llegaba detrás adelanta al autobús por una línea continua, y a los pocos metros frena en seco y sin dar ningún intermitente, gira a la izquierda y empieza a hacer una escenita tipo 'Welcome to Marlboro country' y se mete campo a través, así a lo bestia. El conductor del autobús casi se come a la furgoneta, al conductor, a un árbol y a otro conejito cegatón que pasaba por ahí.

Con el estómago revuelto, los nervios agarrados a todo el cuerpo, un mareo de tres pares y una ligera colitis... he llegado.