Es tremendamente desgarrador lo de los dos mundos. Tengo que vivir en uno, pero en mi horizonte no pierdo de vista otro que también es parte de mí. El mundo en el que vivo cada vez me da más asco y cada vez sé menos qué es lo que puedo hacer.
* Si manifiestas alguna creencia religiosa, sobre todo católica, es que te han comido el coco, eres un retrógrado, se ríen con esa condescendencia del que se cree superior.
* Si manifiestas alguna razón política para manifestarte o no respaldar lo que hace el actual Gobierno, eres un agitador, un rancio, descendiente del Caudillo y otras lindezas.
* Si resulta que piensas cercano a un católico y no respaldas al Gobierno, como yo, estás condenado a tener que pelear y no contar con muchos apoyos. Tremenda joyita que eres.
Eso, de puertas afuera. Otras cosas personales hacen que viva tremendamente solo en este mundo impuesto. No puedo decir que esté solo por culpa de los demás; pierdo gente realmente importante para mí por torpeza, o como esta vez por herir donde más dolía: con la mentira. Aunque ya llevaba tiempo caminando solo, ahora esa percepción me da con fuerza en la cara. Por tu parte, me merezco caminar solo.
Las personas más próximas a mí también dicen que he cambiado, y parece que eso las alejó de mí, o me alejó a mí de ellas. Debo encontrar el camino que me conduzca de vuelta a lo que soy y a quien quiero. Es demasiado doloroso vivir sin sentirse querido, aunque haya que vivir normalmente pese a todo.
Despair - Edvard Munch
(*) La partida de paddel tendrá que esperar a esta tarde. Portaos bien en mi ausencia.