sábado, 2 de febrero de 2008

114. Maniáticos del Control


Los domingos por la mañana mamá preparaba chocolate con churros para desayunar, y mi padre se levantaba temprano para comprar el pan y el periódico. Era la rutina de un día especial que se repetía cada semana.

Durante un tiempo, en ese periódico hacían una entrevista a alguien importante. Era como un test donde el entrevistado hablaba de sus miedos, de sus personajes históricos o de ficción favoritos, de las cualidades que prefería en un hombre y en una mujer, y de unas cuantas cosas más. Recuerdo haber leído unas cuantas entrevistas en ese periódico que mi padre traía los domingos.

El otro día, hojeando una revista, vi el mismo tipo de test, también contestado por alguien conocido. Eran las mismas preguntas, y entre esas preguntas estaba aquella que más me llamaba la atención: "¿De qué forma le gustaría morirse?"

Yo no soy una persona tan importante como para que alguien me entreviste y me pida opinión sobre esto, pero si se trata de hablar por hablar mi respuesta sería "De ninguna de las formas". No sé el cuándo ni el cómo en este caso, como también desconozco el cómo y el cuándo de otras muchas cosas. En realidad, controlo muy pocas cosas en mi vida. Menos de las que pienso y de las que la sociedad se empeña en hacernos pensar.



Lo único que controlo es mi respuesta a los cruces de caminos que se me presentan cada día. Controlo la respuesta, pero no las consecuencias. En definitiva, cuando controlo, lo hago parcialmente. Decidir uno u otro camino es una especie de placebo, algo que tiene los efectos del control pero que no es control real. Imagínate entonces el ilusorio síndrome de abstinencia de aquél que creía tener el poder y el control, y cayó en la cuenta de que o bien lo perdió, o bien no lo tuvo nunca. ¿De verdad el control da seguridad?

Paradójicamente, la sensación de no controlar más que los pasos que doy me hace libre. Recibo estímulos por todas partes: la sociedad, las modas, las tradiciones, mi propio yo me envían mensajes a la hora de decidir. El hecho de recibir esos mensajes no implica que diga a todo que sí, por lo que la tan manida frase de "es que yo soy así", o "la culpa la tiene la sociedad", no me valen.

No controlo, pero no me controlan. Dentro de lo poco que puedo elegir, elijo aquello que me hace libre. Abajo los clichés y las frases carentes de sentido. "Yo soy yo y mis circunstancias", que diría Ortega. Solamente que mis circunstancias no siempre las elijo yo, pero ser quien soy sí.

8 comentarios:

Audrey dijo...

odio la frase "yo soy asi y no puedo cambiar" la gente se cree q cn decir eso tienes q aceptar todo lo q hagan pq los pobrecitos son asi.
en el master q hice d psicologia tuvimos q decir como nos imaganabams nuestra muerte,dond,si solos o acompañados,a q edad,si kerriamos despedirnos de alguien o no....fue una clase interesante y triste a la vez...

Anónimo dijo...

Pero mira que eres rebelde, Javier...¡y cómo me alegra!.
Esto es un buen alegato anti-control, y no será porque no nos lo quieran hacer tragar por todos lados.
Como me encanta tu blog, te he dejado un regalo en el mío. Si vas, allí lo encontrarás. Besos.

Anónimo dijo...

Yo soy muy maniática, pero en general.
Sobre las cosas que controlo... diría que, salvo ciertos aspectos de mí misma, son muy pocas en este mundo, ya que la mayor parte no dependen solamente de mí.

Yo también tuve que responder cómo me gustaría morir, simplemente dije que tranquila, en paz.

Ana dijo...

Excelente reflexión, tal cual. Así se puede ser feliz, sin victimismos ni borreguismos.

Enhorabuena por saber expresarlo con tanta claridad.

Mira que me ha recordado una frase hecha: El miedo a la libertad crea el orgullo a ser esclavo.

Besos ilusos.

Maria dijo...

Ciertamente, la mejor libertad que podemos permitirnos es dejarnos ser nosotros mismos, actuar sinceramente, sin condicionantes, ni miedos a las respuestas del exterior.

Nunca me ha gustado eso de planear, planear, mejor improvisar, sentir cada momento, cada instante, porque hay muchisimas cosas que no dependen de nosotros mismos, y como tu mismo has dicho, soy yo y mis circunstancias.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Cuando intento controlar algo, no se porque, pero siempre se me escapa de las manos, así que mejor dejar que todo fluya.
Un beso con o sin control.como prefieras jejejjej

Guitarrero dijo...

AUDREY:
Esa frase ya se ha generalizado hasta tal punto que es como una sentencia. Lástima que haya quien se escude en eso.
¿Qué respondísteis a esa pregunta, si no es ser indiscreto? Cada persona es un mundo, y ante las preguntas fundamentales, mucho más.
Te dejo un besote ;)

ISABEL:
Profe, ¡yo no soy rebelde! Sólo quiero quedarme fuera del campo magnético en el que nos quieren meter a todos.
Prefiero ser atraído por aquello que me llene.
Muchísimas gracias de nuevo por el regalo. Cuando tenga más tiempo haré la tarea ;)

ARÁCULO:
Puedes ser todo lo maniática que quieras mientras no me tengas manía a mí...
Controlar supone también una responsabilidad. Supongo que no todos estamos preparados, y por eso no controlamos tanto.
No me digas nada más, tú querrías morirte en una siesta y con un colacao calentito en la mesilla.

Guitarrero dijo...

ANA:
Muy buena frase, alma ilusa.
A veces somos nosotros mismos los que nos encadenamos pensando que esas cadenas nos van a dar seguridad.
¿Masoquismo? ¿Falta de sentido de realidad?
Es duro deshacerse de esos apegos y quedarse con lo justo, pero eso es lo que vale.

LOLYLLA:
Creo que en la mezcla está muchas veces la verdad. Mitad planificación objetiva, mitad improvisación para disfrutar el momento.
Es bonito tener planes y vivir para algo más que para el momento efímero. Es bonito también disfrutar del ahora y no preocuparse por miedos futuros y fantasmas pasados.

AMBROSÍA:
Entonces cuando el mando a distancia, las llaves del coche, el teléfono móvil o cualquier aparato de control desaparezca, busca en el suelo. Posiblemente se te haya vuelto a caer de las manos ;P
Otro besote para ti.