56. Mi Filmoteca

Estaba lleno. Lleno de imágenes, de emociones extremas, de recuerdos, de soledad. El carrete estaba lleno y tuve que llevarlo a revelar.

De hecho, necesitaba un revelado. Necesitaba que algunas de las fotos no saliesen impresas, y necesitaba fijar la vista en imágenes que creí que habían escapado de mi memoria. Sí, la palabra es "fijar". Elegir lo que se queda y lo que se va.

En definitiva, que los momentos que se queden conmigo pueda mimarlos para hacer con ellos arte. Algo diferente al "Museo de los Horrores" de los últimos tiempos. Arte, aunque sólo yo entienda su significado y sustancia. Mi Filmoteca.

Sigo revisando viejos detalles, recortes de lo que parece otra vida. Sigo haciendo dos montones. Los ojos se me entristecen cada vez que el montón de las cosas de las que me desharé aumenta, pero el crecimiento es lo que tiene. Al contrario, la placidez asoma por mi rostro si decido quedarme con cierto recuerdo o imagen. Es algo que siempre me acompañará, aun cuando me sienta terriblemente, irremediablemente solo. Es lo que me llevará hacia un futuro, alejándome de la atadura de un pasado.

Sigo sentado en la alfombra, en medio de la habitación por la que entra la luz de la mañana. Por un momento me convierto en director de mi propia película, en maestro del séptimo arte. Por un momento sueño que las cosas pueden estar en orden, y sueño con que mi alma puede llegar a ser como una de esas filmotecas donde cada rincón es puro arte, pura vida. Ni más, ni menos que el camino que conduce a mí mismo y a mi relación con el mundo. El camino para encontrarme.